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LA CASA POR LA VENTANA Debate de altura y pesca de bajura JULIO A. MÁÑEZ

La empanada ideológica de la derecha valenciana se parece cada vez más a esa mentalidad de sargento chusquero de la mili de cuando entonces que en plena clase de teórica situaba la causa de la trayectoria descendente del proyectil en la ley de la gravedad, para añadir, en una reveladora muestra de cautela ante teorías tan avanzadas como incomprensibles, que si tal ley no existiera, la bala caería por su propio peso. No hay duda de que Rafael Blasco sabe lo que se dice, aunque sea un misterio lo que se piensa, pues que no en vano proviene de lo que él mismo llamaba las filas de la izquierda, pero cosa distinta es lo que hace decir a los demás. Sería más exacto decir que lo distinto es el lugar desde el que se recibe su palabrería. Eso se cae por su propio peso. Si Giddens malbarata a Popper, imagínense lo que puede quedar de ambos una vez centrifugados por los asesores del Honorable. Lo que queda es esa colección de trabalenguas de lorito con más ruido que furia contado por un idiota y que nada significa. Sólo por esa estrafalaria evolución descendente de la teoría puede entenderse que Zaplana demande debates de altura en las Cortes Valencianas, exigencia que, de ser atendida como merece, bien pudiera llevarle a evidenciar sus hechuras de bajura. En línea descendente de esa misma evolución, y por meter en esta página algo de cultura, tenemos a una animosa Consuelo Ciscar que ha redescubierto las américas a cuenta de sus artistas plásticos, con el rústico Ramón de Soto como grumete, que ni es plástico ni artista pero pactaría hasta con García Sentandreu, una vez ganado Xavier Casp para la causa, siempre que el fascismo democrático le abriera por fin unas puertas, las del IVAM, que todavía se resisten a sus tremendos golpes de kárate. No sé lo que pensarán en México de todo esto, donde el indigenismo es algo más que una palabra, cosa que parece molestar bastante al londinense de adopción Mario Vargas Llosa convertido en indígena internacional, pero en algunos sótanos de Nueva York las ratas deben estar alucinadas ante esa proliferación de valencianos/as que ocupan con su obra cualquier rinconcito para echarse una foto con la directora general, o tal vez sea a la inversa. Persuadida de que nunca podrá con Rita Barberá, es posible que la Ciscar sueñe con la alcaldía de la ciudad de los rascacielos, o de Manhattan por lo menos, donde Gandía Casimiro se haría cargo del MOMA y Mayrén Beneyto invitaría al clarinetista Woody Allen a participar en alguno de los ciclos de otras músicas que montaría en el MET, acompañando a Francisco, Joaquín Sabina & Rocío Dúrcal y lo que quede para entonces de doñita Concha Márquez Piquer, un decir, con Chimo Rovira de presentador a fin de ofrecer la gala en cualquier noche navideña entre el tercer y el cuarto milenio. Como para entonces, me temo, todavía estará en activo Rosa María Rodríguez Magdalena Rodríguez de Calomarde Magda, pues miel sobre hojuelas, simposio ante el cuarto melonio y a vivir que son mil años. La cultura del condón, preciso artilugio de origen inglés pese al falso indicio de su nombre, anda de capa caída cuando es más necesaria, porque la Iglesia que nos ha tocado por azares de geografía es bastante talibán en este asunto. Su doble utilidad como antiinfeccioso y antiembarazoso es indudable, de manera que Karol Wojtyla y sus viajantes del alma nos prefieren embarazadas y presumiblemente infectados antes que... ¿que qué exactamente? ¿Pecadores? Yo no sé si entre las sutilezas de la teología, ese razonamiento inexistente, se encuentra la disquisición al detalle sobre si se peca más y más a gusto follando sin preservativo, pero los de la Cope parecen tenerlo claro, así que Federico Jiménez y José María García, con las aportaciones estadísticas de Amando de Miguel en caso necesario, hablan del asunto como el que se ve obligado a pronunciarse sobre un tema desagradable. "Si te lías, úsalo", tal es el impecable eslogan de una campaña que ha montado el lío de todos los domingos como si aquí nadie se hubiera liado jamás enfundado en látex como dios manda. Presto el preste a sus prestaciones de prestamista celestial alicatado hasta el techo, olvida que el glorioso espectáculo de la resurrección de la carne que nos espera como resopón de nuestras vidas podría quedar deslucido por la perpetuación ad aeternum de la proliferación infecciosa. Por cierto, ¿se permitirá follar también en el Paraíso? ¿O habrá de bastarnos con el espantoso placer de vernos de pronto resurrectos para toda la eternidad en compañía de Manuel Tarancón, pongo por caso?

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