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Maragall se propone mantener las comarcas y crear 6 o 7 regiones

Enric Company

La Cataluña inmaterial, esencial, de la que no cesa de hablar Jordi Pujol, es "un mapa vacío", dijo ayer el candidato socialista a la presidencia de la Generalitat, Pasqual Maragall, para definir la situación en que a su juicio se encuentra el país tras 18 años de gobiernos nacionalistas. Frente a ella, explicó que su proyecto es "reconocer la realidad". Es decir, dar forma a los sistemas de ciudades que la constituyen. En la práctica eso supone crear seis o siete regiones, con sus respectivos gobiernos locales. Uno de ellos sería el de la región de Barcelona. No obstante, el proyecto mantiene las comarcas.

Maragall intervino ayer en Terrassa en un debate del PSC sobre el proyecto de plan estratégico para Cataluña que elabora este partido. Los asistentes eran más de un centenar de altos cargos socialistas en la Administración local catalana, incluidos un buen número de alcaldes. El presidente de la Diputación de Barcelona, Manuel Royes, fue el encargado de reclamar un gobierno local para la región metropolitana de Barcelona. Pero la palabra metropolitana ha pasado a un segundo plano en el argot político-técnico de los socialistas. Ahora hablan de región de Barcelona, y la incluyen como una más de las seis o siete regiones en que proyectan organizar el territorio catalán cuando lleguen al Gobierno de la Generalitat. Si en el pasado Maragall defendía la necesidad de un gobierno local para el área metropolitana de Barcelona partiendo de las necesidades de esta parte del país, ahora lo hace a la inversa. Es la organización de Cataluña la que necesita el reconocimiento de todas sus partes. "La región de Barcelona no es una amenaza para Cataluña", afirmó Maragall para rebatir las tesis de los convergentes, "sino una prueba más de que existen la región del Ebro y la del Pirineo, el Camp de Tarragona y las Terres de Ponent, las comarcas de Girona e, incluso, la Cataluña central". El concepto de región manejado por Maragall es el de una entidad de gobierno local de tipo "municipalista", aunque este ámbito territorial sería también el de la descentralización de la Administración de la Generalitat. Eso debe servir en el proyecto de Maragall para ordenar el galimatías en que se han convertido las innumerables divisiones administrativas creadas por los gobiernos de CiU siguiendo los deseos de cada uno de sus departamentos. Ciudad real y peajes La existencia de las regiones permitirá, explicó Maragall, afrontar más racionalmente muchos problemas que ahora tienen difícil abordaje. Por ejemplo: "Si la región metropolitana es reconocida como la ciudad real, los peajes de las autopistas deben estar fuera de ella. Y eso permite plantear la supresión del peaje de la B-30." Esta voluntad ordenadora y simplificadora no podrá alcanzar, por lo menos en una primera etapa, a las comarcas. Maragall criticó ayer una vez más la forma en que Pujol y Convergència impusieron la actual organización comarcal, pero dijo que "deshacerla sería añadir una dificultad adicional" a un proceso muy complicado. En la idea de Cataluña que Maragall va esbozando en sus intervenciones públicas de los últimos meses tiene un lugar muy importante el diálogo a tres bandas entre las empresas, entendidas como conjunto formado por el capital y el trabajo, las administraciones y la Universidad. Ayer fue más allá y dijo que éstos son los tres ejes de su proyecto de gobierno: la regionalización; la elaboración de un plan estratégico para Cataluña, y este "pacto industrial" entre empresas y trabajadores, administraciones y universidades. Como hablaba ante los responsables de la política municipal del PSC, Maragall los tomó como ejemplo. "Lo que nos dará la victoria será explicar a la gente que podemos hacer que se cumplan sus sueños". Eso fue, dijo, lo que se ha reconocido a los gobiernos municipales "y lo que la gente ya sabe que sabemos hacer".

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