ÁLEX ANGULO ACTOR "Lo queramos o no, somos los hijos de los curas"
Álex Angulo saltó a la fama tras interpretar al cura de la película El día de la Bestia en 1995. Aquel papel refrendó una larga carrera iniciada en los años setenta. Angulo (Erandio, Vizcaya, 1953) se ha convertido en un personaje cotidiano en los hogares españoles al ser uno de los protagonistas de la serie Periodistas. Ángulo estuvo el lunes en la Sala San Hermenegildo de Sevilla para hablar de la interpretación en el cine. Pregunta. La fama le vino por su papel como el cura de El día de la Bestia. ¿Ha conocido sacerdotes como el que interpretaba en esa película? Respuesta. Conozco mucho a los curas, tanto por haber sido educado en un colegio religioso como por el ambiente que se respiraba en los años cincuenta, sesenta, setenta... Hemos sido masacrados, golpeados y enseñados por los curas. Era fácil interpretar a un cura porque hemos vivido con ellos siempre. Lo queramos o no, somos los hijos de los curas. P. Dicen que lo mejor del cine español son los actores secundarios. ¿Está de acuerdo? R. Yo no sé si son mejores o no. Las historias son lo más importante. Un protagonista no sirve para nada si no está bien rodeado. Tiene que tener apoyos porque si no ocurre esto, es un pelele. No sé por qué se hacen estas categorías de protagonistas y secundarios. En el fondo, todos somos actores. Hasta el que lleva la lanza. P. Pero en EE UU se marcan mucho las diferencias. R. Afortunadamente, nuestro cine es todavía tan incipiente que no se han creado esos escalafones ni por dinero ni por prestigio. Es una situación que no quiero que llegue. Si no hay técnicos, no hay película. Si faltan los que salen al final en letra pequeñita, no hay película que valga. P. ¿Teme por su futuro? ¿Le preocupa que este éxito sea pasajero? R. Llevo una vida tan buena ahora que me parece que estoy en la gloria. Los malos tragos los he pasado antes: no tener para comer, hacer teatro en la calle... Lo que me fastidiaría sería acomodarme a esta buena suerte, quedarme adocenado. Eso me preocupa muchísimo más. Cuando iban mal dadas, tuve muchísimas veces ganas de cambiar. Muchas veces me dije: "qué pena de no trabajar en un banco, qué pena de no ser funcionario". Como ahora conozco más o menos lo que es estar abajo, no tengo tanto miedo. Si vinieran mal dadas, pienso que ya me buscaría la vida. Además, hoy en día, no hay la seguridad en ninguna profesión de que no puedas perder tu trabajo en cualquier momento. P. Ahora la gente le conoce cuando va por la calle. ¿Cómo se siente? R. Me fastidia mucho. Como actor que soy me gusta mirar. Soy un mirón de actitudes, andares, caras... Ahora tengo que andar con la cabeza baja, sin mirar a ningún sitio para que no me paren.
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