Interés general
JUANJO GARCÍA DEL MORAL La reciente crisis del Consell no ha contribuido mucho, antes al contrario, a mejorar la imagen del Ejecutivo valenciano y de sus titulares, ya de por sí devaluada a los ojos de unos ciudadanos que se sorprenden cada día por las cosas que hacen y dicen nuestros gobernantes, capaces de defender al mismo tiempo, y sin perder la compostura, una cosa y su contraria, y siempre con la excusa de defender el tan cacareado interés general, que igual sirve para un roto que para un descosido. Con el interés general sucede lo mismo que con el sentido común, que parece ser el menos común de los sentidos. Cuando alguien se jacta de defender el interés general, hay que empezar a sospechar que en realidad lo que pretende es asegurarse lo suyo. El lunes de la pasada semana, el presidente del Consell apeló al interés general para justificar la permanencia de María Ángeles Ramón Llin al frente de la Consejería de Agricultura. La estabilidad del Gobierno y, por lo tanto, el bienestar de los ciudadanos, dependía de ello. Apenas 48 horas más tarde era todo lo contrario: el interés general recomendaba ceder a la pretensión del socio de gobierno y aceptar el relevo en el citado departamento, igualmente en defensa del bien común y en beneficio de los administrados, los sufridores, que han asistido atónitos a este espectáculo político. En ocasiones, el interés general recomienda comparecer en las Cortes para abordar "temas serios"; otras veces es todo lo contrario, de manera que se rechaza una comparecencia en el Parlamento para eludir el "tiro al plato". El interés general aconsejar al mismo tiempo cambiar y no cambiar a un consejero, abrir y no abrir una investigación, hacer y dejar de hacer, hablar y callar, informar y desinformar. Sirve para justificar casi cualquier cosa, por descabellada que sea. Incluso para llevarse la escopeta al hombro y disparar contra el socio de gobierno, aunque ello conlleve el riesgo, como ha sucedido esta vez, de que el arma le reviente en la cara al tirador.
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