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FÚTBOL 18ª JORNADA DE LIGA

Abundancia de goles cuando peor se jugaba

Morientes protagonizó la excelencia estadística: cuarto de hora en el campo, dos remates, una asistencia y dos goles

Una cosa es la estadística y otra cosa es el fútbol. Que en muchas ocasiones parecen ir por caminos divergentes. Diríase a simple vista que el Madrid-Atlético de ayer fue un partido desacostumbradamente prolífico: seis goles en el marcador y emoción hasta el último minuto. Ofreció abundancia en hechos y en personajes y cuestiones para el debate entre aficionados: el Madrid que aparece de improviso con una defensa de cuatro, el buen estilo de Guti en el centro del campo, la recuperación goleadora de Morientes en un cuarto de hora, la laboriosidad de Súker, el papel de Juninho en el Atlético y la inactividad de Jugovic. Sin embargo, los números parecen querer contradecir tamaña impresión. Hubo goles, es cierto, pero buena parte de ellos se fraguaron en una fase del partido en la que el balón estuvo más tiempo parado que en movimiento. O lo que es más claro, cuando peor jugaban los dos, llegaron casi todos los tantos. Hubo un ganador claro (un 4-2 no debería admitir demasiada contestación), pero el Real Madrid no fue estadísticamente superior al Atlético. Puede decirse que el Madrid tiene pegada hasta en el banquillo. Y puede decirse que la mejor pegada del Atlético está precisamente en el banco: Correa, no siendo titular, es ya el máximo goleador del conjunto rojiblanco. Esa sola evidencia serviría para concluir que al Atlético no le podía convenir un partido con muchos goles.La excelencia estadística correspondió a Morientes, que hizo un partido perfecto: sus dos acciones se cuentan por goles. Es lo máximo que se le puede pedir a un jugador que viene del banquillo y cuya única misión es resolver una situación que se estaba volviendo complicada, a la vista de que los dos equipos parecían atascados en el empate. Morientes rompió esa igualada primero (llevaba en el campo escasamente tres minutos) y despejó cualquier duda al final. No tuvo tiempo para hacer otra cosa que marcar goles. Cumplió con su papel de especialista. Su pulcritud tiene su antagonista en Jugovic, que salió al campo para lesionarse.

Curiosamente, el Madrid-Atlético fue un partido prolífico en su recta final y francamente impreciso en casi todo su discurrir. Puede quedar en la memoria del aficionado como un partido igualado, disputado y, emotivo, por cuanto los goles cayeron con tal frecuencia que la emoción se mantuvo hasta el último minuto. Para lo que se tiene por costumbre en el duelo madrileño, hubo demasiados goles. Sin embargo, éstos aparecieron en la fase menos productiva del choque, cuando ambos equipos tenían verdaderos problemas con la posesión del balón: el juego estuvo más tiempo parado que activo entre el primer y el segundo gol de Morientes. En esa fase aparentemente tediosa (estadísticamente hablando), se marcaron cuatro goles, una prueba más de la dificultad estadística que tiene el fútbol. Morientes apareció en ese escenario como un jugador con pólvora. Sus dos acciones fueron un ejemplo de decisión: ninguna elaboración, dos remates (uno con la derecha y otro de cabeza) y dos goles...y una asistencia a Iván Campo.

El juego anduvo en una gran imprecisión. Se podía comprender que al Madrid le correspondería la iniciativa en el juego y una mayor elaboración. Del Atlético se podía suponer una mayor obsesión por la presión y la recuperación de balones. Bien es cierto que cada cual trató de cumplir con el estereotipo, pero ni el Madrid fue un ejemplo de elaboración, ni el Atlético fue especialmente productivo en su destrucción. Ambos perdieron gran cantidad de balones (77 el Real Madrid por 76 el Atlético) y ambos se comportaron de forma semejante en la recuperación (63 el Real Madrid por 65 el Atlético). Tampoco hubo clara desigualdad en el número de remates a puerta: 16 el Real Madrid por 13 el Atlético.

Otras curiosidades estadísticas tuvieron a los dos jugadores brasileños presentes en el campo por protagonistas: Roberto Carlos y Juninho. Roberto Carlos, aun actuando en su posición natural, recuperó 15 balones. Justo los mismos que perdió Juninho. Hiddink dijo que con cuatro defensas bastaba y que Roberto Carlos tendría grandes posibilidades de auxiliar a la delantera. Pues bien: Roberto Carlos sumó sólo dos centros al área. Está claro que la estadística contradice también muchas palabras.

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