José María Córdoba recupera personajes de otros pintores para una muestra con trasfondo político El pintor andaluz expone en la Casa de la Cultura de Fuengirola hasta el 6 de febrero
En sus cuadros conviven estilos y épocas pictóricas distintas: personajes y citas de Durero, de Gericault, de Rigaud, que él toma prestados para crearles otros escenarios y ofrecer una nueva lectura con intención política: una crítica de la dominación del Norte hacia el Sur, con pateras de fondo. José María Córdoba (Córdoba, 1950) expone hasta el 6 de febrero en la Casa de la Cultura de Fuengirola (Málaga) la muestra Malevich Street, en la que defiende, una vez más, que su apuesta por la modernidad se hace exclusivamente desde la pintura, sin recurrir a la tecnología.
Pionero a finales de los setenta de la introducción de lenguajes conceptuales en Andalucía, Córdoba se ha instalado desde hace unos años en la estética deconstructiva, un movimiento propio de la posmodernidad y que tiene sus mayores representantes en arquitectura en nombres como el grupo Morphosis y Frank Ghery (el autor del Guggenheim de Bilbao) y en filósofos como Jacques Derrida. La deconstrucción parte de que la realidad se percibe y debe expresarse de forma fragmentada y propone para ello la mezcla de planos, perspectivas, espacios, épocas o estilos con la idea de desvelar nuevos significados del pasado y presente y propiciar nuevas miradas creativas. La pintura de Córdoba toma prestados personajes de cuadros famosos en la historia del arte (el Luis XIV de Rigaud, El rey mago negro de Durero, La balsa de la Medusa de Gericáult o el cuadrado negro de Kassimir Malévich), y los mezcla con otros suyos que a su vez hacen citas y referencias a lugares, épocas y espacios distintos. La estética resultante en los cuadros sería una especie de "cubismo de línea clara" de perfecta composición y equilibro cromático. Entre la enorme cantidad de citas y guiños que poseen sus cuadros destacan las alusiones políticas: imágenes de pateras y náufragos se mezclan con el poder que representa la bandera de la Unión Europea, para criticar la posición dominante del Norte. Córdoba usa técnicas y recursos propios de distintas épocas de la historia del arte precisamente para defender las posibilidades de la pintura. El mismo artista reconoce que muchas veces se utiliza la tecnología en arte contemporáneo como aval de vanguardia, para limitarse a exaltar la herramienta sin discurso de fondo. "Desde la pintura y con sus recursos se puede hacer un discurso plenamente moderno: pero hay que conocerla y conocerlos bien", apunta el pintor residente en Fuengirola. "Yo ya estoy pasado de rosca. Mientras ahora hay algunos que venden el conceptual o la acción como algo nuevo, eso lo trabajé yo hace muchos años", recuerda el artista, que ha consentido que en esta ocasión se expliquen algunas claves de su pintura en el catálogo de la exposición, en cuya portada aparece amenazante el propio Córdoba vestido con chilaba y flanqueado por las estrellas amarillas de la UE. "Tengo que admitir que la mayoría de los espectadores no captan las claves de los cuadros, por eso mis obras deben ser incontestables desde el punto de vista pictórico". Además de la serie principal, Córdoba ha incluido diez óleos de pequeños formato donde revisa la manera de representar el paisaje a lo largo de la historia de la pintura. Son cuadritos donde reproduce técnicas y géneros paisajísticos de siglos pasados a los que superpone, como en un viaje en el tiempo, esos personajes de cubismo de diseño, los maniquíes deconstruidos, propios del pintor, creando un extrañamiento alucinante. La alusión a Malevich se justifica porque el artista ruso pasó a lo largo de su vida por varios estilos y, al final de la misma, comenzó a revisar su obra fechándola hacia atrás en función del estilo pasado con el que estuviese hecha.
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