Un matrimonio de Cambridge se fuga con dos niñas cuya adopción le fue negada
Intensa operación policial en todo el Reino Unido para localizar a los huidos
La policía británica ha montado una intensa operación de búsqueda de un matrimonio del condado de Cambridge que se dio a la fuga con dos hermanas, de tres y cinco años, a las que tenía en acogida desde hace siete meses, y cuya adopción le fue negada en septiembre. Cuando Jeff y Jennifer Bramley vieron rechazada su petición con el argumento de que trataban a las niñas de forma demasiado estricta, sacaron algo más de un millón de pesetas de su cartilla bancaria y desde entonces han deambulado por el país con las pequeñas. La madre biológica ha pedido que se acepte la adopción. Después de que el matrimonio fugado difundiera el miércoles pasado una carta en la que daba su versión de los hechos, los servicios sociales le reclamaron ayer que las devuelva para que los tribunales decidan.
Temerosos de perder a Hannah, de tres años, y a Jade, de cinco, Jeff Bramley, empleado de Correos, y su esposa, Jennifer, ama de casa, ambos de 35 años, huyeron con ambas niñas una mañana de septiembre. Al principio nadie sospechó. Ahora los busca la policía y sus rostros pueden verse en carteles pegados en cualquier tapia del país.La pareja llevaba una existencia pacífica y anodina hasta que una nota de los servicios sociales les sumió en la desesperación. Las dos niñas, sanas y algo revoltosas, vivían con ellos desde hacía siete meses y los trámites de adopción estaban casi listos. La mayor empezaría a ir pronto al colegio de forma regular, lo que parecía entusiasmarla. La pequeña acudía a una guardería cercana y su integración empezaba a encauzarse.
Para sorpresa de la pareja, el mismo asistente que dijo a las niñas que Jeff y Jenny iban a ser "sus papis definitivos" decidió rechazar la petición de adoptarlas. En lugar de cuidarlas como sus hijas, las pequeñas saldrían de la casa de Ramsey, un pueblo de Cambridge, para vivir con otro matrimonio "más adecuado".
Resistiéndose a perderlas, los dos empezaron a buscar una solución. Rechazados por los servicios sociales que debía capacitarles como padres adoptivos, optaron por huir. Jeff Bramley llamó a la oficina de Correos diciendo que estaba enfermo. Una vez conseguida la baja, abandonaron su domicilio en coche con las niñas.
No tenían a donde ir, pero habían sacado todos sus ahorros, algo más de un millón de pesetas, de la cartilla del banco. Con algunas provisiones y ropa, deambularon por el centro de Inglaterra sin llamar la atención. Casi cuatro meses después, aún en plena fuga y tal vez cansados ya de esconderse, han dado por fin su versión de los hechos.
Una emotiva carta manuscrita echada en un buzón de Nottingham ha llegado a varios medios británicos de comunicación. Mientras, el cerco policial se estrecha cada vez más y los telediarios repiten las únicas imágenes que han captado de la huida. Se trata de un vídeo de vigilancia urbana donde un grupo que responde a su descripción cruza una calle. Con dichas siluetas de fondo, la misiva de los Bramley es leída a trozos en todas las cadenas nacionales. Algunos pasajes han sido censurados para que la policía pueda seguir la pista de los fugitivos.
Varias de las explicaciones que dan representan, según los psicólogos, un grito de auxilio por parte de un hombre y una mujer destrozados que desean volver a la realidad. Pero siempre que tenga un final feliz. "Pasamos de ser aceptables a convertirnos en unos padres demasiado estrictos", se lamentan en la nota.
Un hogar estable
"Los asistentes sociales decían que no dejábamos beber agua por las noches a las niñas. También nos tacharon de demasiado estrictos y de prohibirles cosas. La verdad es que Hannah y Jade nos quieren y son correspondidas. Deseamos estar con ellas y lo dejaremos todo para darles un hogar estable". Las líneas concluyen con una petición dirigida presumiblemente a todo el país en busca de apoyo. Jeff y Jennifer piden otra oportunidad y que su caso sea revisado antes de perder para siempre a las dos hermanas.Mientras ellos se esconden, los servicios sociales de Cambridge han hecho algunas averiguaciones. Ahora saben, por ejemplo, que él estuvo cinco semanas en un hogar de acogida por escaparse del colegio. Aunque el incidente no le incapacita para adoptar un hijo, no lo comunicó cuando rellenó la solicitud formal de acogida de cualquier menor en 1996. "Actuamos pensando siempre en el bienestar de los niños. Lo mejor para Jade y Hannah es que regresen y puedan vivir tranquilas", ha dicho Liz Railton, directora de la organización regional.
El trabajo de su equipo fue muy criticado el pasado año, tras la muerte de un niño, que estaba a su cargo, en extrañas circunstancias. La madre, con problemas de drogas, había pedido que lo recogieran en algún centro. Quería evitar maltratarle ella misma. Cuando el pequeño cadáver apareció en una casa abandonada y un informe oficial criticó al servicio en su conjunto, todos los jefes de la zona pidieron disculpas. Ahora se atribuye la firmeza actual al temor de que se repitan tragedias como aquélla.
Pero el relato no concluye con la ansiosa espera de un regreso. Jackie Bennett, la madre de las niñas, tiene también problemas de drogadicción y alcoholismo. Ambas son hijas de padres distintos, y la madre las cedió a los servicios sociales alegando que no podía cuidarlas como es debido. Cuando desaparecieron, habló incluso con un abogado para intentar recuperar su custodia.
Una vez publicada la carta de los Bramley, ha cambiado de opinión. "Al principio me enfadé con ellos, pero creo que son buena gente", ha declarado a las televisiones británicas, cada vez más ávidas de imágenes del caso. Por si su cambio de actitud fuera poco, Paul Duckett, el padre biológico de Jade, también ha sentido el impulso de hablar. No la ha visto desde que era un bebé, pero ahora dice que la quiere mucho y tratará de pedir su custodia. "Las han raptado, y esa pareja no debe salirse con la suya", dice.
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