_
_
_
_

Vecinos del fallecido dicen que le vieron entrar ebrio al portal minutos antes del incendio

VIENE DE LA PÁGINA 1 Los vecinos del número 9 de San Francisco, en Bilbao la Vieja, no tenían ayer ánimos para diatribas. Sólo anhelaban regresar a sus hogares. Como Purificación Guijarro y Pilar de la Peña. Casi doce horas después del siniestro, ambas mujeres, en la sesentena, apenas protegidas del frío y la lluvia por simples zapatillas y batas acolchadas, deambulaban llorosas por los alrededores del portal del que habían salido poco después de las 12. 30 de la noche anterior. En el inmueble de San Francisco habitan doce personas, un matrimonio mayor y cinco que viven solas; algunas perciben el salario social. Los otros siete inquilinos residen en sendos pisos compartidos en régimen de alquiler, según informó Javier Romero, titular de la vivienda siniestrada, ocupada por cuatro personas, y padre del propietario de la buhardilla del mismo edificio, alquilada a tres hombres. "Todas mis cosas están allí, toda mi vida", susurraba uno de ellos, Simón, de 44 años, natural de Angola, mientras negaba que él o sus compañeros tuvieran algo que ver con el tráfico de drogas. "Yo soy electricista y también estudio. Nada de drogas", aseguró. 13.000 por pago de alquiler Las acusaciones de tráfico de estupefacientes y de existencia ilegal de pensiones fueron reiteradas ayer por la asociación independente de Bilbao la Vieja, una de las dos existente en el barrio. "Hace tiempo que entregamos informes detallados al Ayuntamiento sobre el funcionamiento de ésta y otras pensiones de manera ilegal y no hacen caso. La vivienda no reúne las condiciones de salubridad necesarias y, como ha quedado demostrado, resulta peligrosa", arguyó Juan Carlos Antón, portavoz de la agrupación. Junto a él, al principio silencioso y luego ya enredado en la discusión, se encontraba el propietario de la vivienda accidentada. "Es absolutamente falso. Yo tengo un contrato de arrendamiento con todos los inquilinos y pago mis impuestos todos los años. Esto no ha sido nunca una pensión, sino un piso de alquiler [por habitaciones]", replicó Javier Romero. Posteriormente, reconoció que, "de forma arbitraria", las cuatro viviendas de su propiedad ubicadas en la zona de San Francisco, formaban parte de las 16 denunciadas como pensiones ilegales por la asociación de vecinos. Frente a la polémica, la investigación municipal está todavía sin resolver. El concejal del área de Urbanismo, Dimas Sañudo, reiteró ayer su interés en rehabilitar la zona de Bilbao la Vieja, donde se levanta el edificio siniestrado. "Ya he explicado mil veces que estamos haciendo todo lo posible para mejorar el barrio. En esa línea, hemos decretado el cierre de las pensiones ilegales. En la que se ha producido la desgracia también hemos intervenido. El propietario argumentó con pruebas que no explotaba su vivienda como pensión, así que ordené a la Policía Municipal que investigara. Esto fue en noviembre y todavía no he obtenido respuesta. Ha ocurrido una desgracia y algunos se están aprovechando vilmente", indicó contrariado el concejal bilbaíno. Dimas Sañudo desconocía ayer las causas que podían haber originado el incendio que acabó con la vida de Juan Merino. La Ertzaintza, que desplazó cinco patrullas al lugar pasadas las 12.30, investiga el posible origen. Vecinos de la zona y del propio inmueble número 9 señalaron que el fallecido habitaba la vivienda hacia unos cinco años. Relataron que no daba muchos problemas, aunque bebía frecuentemente y que estaba desocupado. Percibía anualmente una ayuda social de 175.000 pesetas, "que le duraba poco". La parte proporcional del alquiler, 13.000 pesetas al mes más los gastos, hacía tiempo que no la pagaba. "Intenté echarle en alguna ocasión, pero no tenía adónde ir y me amenazaba con denunciarme por incumplir el contrato de arrendamiento", argumentó el dueño, Javier Romero. Otros vecinos coincidieron por separado en que habían visto ebrio a Juan Merino momentos antes del incendio. Según estas versiones, le vieron entrar en el portal tambaleándose. Antes de intentar sin éxito meter la llave en la cerradura, se golpeó con una camioneta estacionada. "Es seguro que se durmió con el cigarro encendido y no se enteró de que la habitación estallaba en llamas. Sus compañeros de piso trataron de derribar su puerta, pero no lo consiguieron. Al final, se murió", resumió el dueño de la vivienda. Los demás tuvieron más suerte. Los bomberos rescataron rápidamente a las personas atrapadas entre las llamas y sofocaron el incendio pasadas las 1.15 horas. Los seis heridos, de entre 27 y 44, años fueron trasladados a Basurto y Cruces.

Más información
240.000 pesetas para los afectados

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_