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Una nueva desaparición acrecienta las sospechas de peleas de perros en Vitoria

Tron, un bóxer de seis años, es la presunta última víctima en Vitoria de una cruel afición, las peleas de perros. El escenario puede cambiar de una semana a otra, los participantes no suelen ser los mismos, pero los espectadores y los promotores de lo que ellos consideran un espectáculo no varían: los primeros suelen ser personas adineradas, capaces de apostar grandes sumas; los segundos, gentes vinculadas al mundo del perro con contactos entre miembros de las mafias locales del tráfico de drogas.

Aunque la Policía se resiste a dar carta de naturaleza a esta actividad ilegal en Euskadi, hay datos que confirman su existencia. Si hace dos semanas el desaparecido era un pastor alemán, de nombre Baco, que regresó cinco días después con heridas por todo el cuerpo, después de que sirviera al parecer de sparring a un perro de pelea, el pasado jueves era Tron, un bóxer de seis años, propiedad de un adiestrador de perros de la localidad alavesa de Arbulo. Los ladrones de Tron llevaban siguiéndole la pista desde hace tiempo. El bóxer había estado convaleciente de una operación en el cuello durante el último mes y fue el jueves pasado el primer día que salía al jardín de la casa. Sus dueños se ausentaron a las cinco de la tarde y cuando regresaron, dos horas después, Tron había desaparecido. En principio, pensaron que se había escapado, pero después de recorrer todos los campos del pueblo y descubrir que se había forzado la valla, el adiestrador Pedro García constató que la desaparición de su bóxer de pura raza, primer grado en adiestramiento, había sido un robo. En su busca, Pedro García rastreó ayer, infructuosamente, los posibles lugares donde se celebran estos combates clandestinos. Por lo habitual, la escena de estas contiendas se suelen encontrar en las afueras de Vitoria, alrededor de desguaces y chatarrerías, donde se guardan perros de caza, fuera de temporada. Y también, perros de pelea, como en un desguace situado frente al barrio de Ariznavarra, cerca de donde apareció Baco malherido. Hasta allí se dirigió ayer el dueño de Tron. En su interior, dentro de un coche destartalado, ladraban dos pit-bull, con las cabezas repletas de cicatrices. Los perros pertenecen a un familiar de los dueños del desguace que se dedica a los combates caninos. Para entrenarlos, cuando son jóvenes, se utilizan otros perros más débiles o menos dispuestos para el combate. Si el sparring hace frente al perro de pelea, los dueños de éste atan las patas del otro animal con el fin de que no dañe al que está destinado a los combates. Así le ocurrió a Baco, que puedo salir con vida de su secuestro, y a otros perros que han desaparecido y que no han corrido la misma suerte. Luego, los canes entrenados disputarán en lugares desconocidos de antemano, donde acuden los interesados entre fuertes medidas de seguridad, con apuestas que alcanzan el millón de pesetas. Se sospecha que tanto en el desguace de Ariznavarra como en las antiguas instalaciones de Campsa, al sur de Vitoria, se celebran estas peleas clandestinas, en alguna de las cuales podría llegar a participar el desaparecido Tron.

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