Multitudinaria manifestación del nacionalismo vasco en favor de los presos
Herri Batasuna y el PNV proyectan convocar juntos el próximo "Aberri Eguna"
Una marcha espectacular a favor del acercamiento de los presos vascos por las calles de Bilbao fue el resultado de la convocatoria conjunta, por primera vez desde 1976, realizada por los partidos nacionalistas -PNV, HB, EA- e Izquierda Unida. Los convocantes y sus apoyos, entre los que se encontraban los sindicatos ELA y LAB, lograron un triunfo innegable en su primera demostración de fuerza en la calle. El éxito de la manifestación puede animar la búsqueda de un Aberri Eguna conjunto de las fuerzas nacionalistas este mismo año. HB y PNV han hablado ya del tema en las conversaciones que han mantenido antes y después de la firma de Lizarra. Pese a que no hay todavía una propuesta concreta, EL PAÍS ha podido saber que los interlocutores de ambos partidos han abordado la cuestión, aunque de un modo aún informal. El Aberri Eguna (Día de la patria vasca) de 1976 fue precisamente el último encuentro de los nacionalistas vascos en la calle hasta ayer.
"Es necesario que lo de hoy se repita en el futuro", dijo un Arnaldo Otegi exultante. "Feliz", se autodefinió Jon Idígoras, para quien resultaba secundario el objetivo de la convocatoria: "Lo importante hoy es el reencuentro de todos los vascos que creemos en la soberanía nacional y que somos los que decidiremos nuestros destino y futuro".
La marcha partió a las cinco de la tarde desde la plaza de Aita Donostia. A la cabeza, sujetando una pancarta que rezaba Euskal presoen eskubideen Malde (Por los derechos de los presos vascos), figuraban Xabier Arzalluz y José Antonio Rubalcaba, ambos del PNV, Carlos Garaikoetxea e Inaxio Oliveri (EA), Arnaldo Otegi y Jon Idígoras (HB) y Javier Madrazo y Anton Carrera (IU). Representantes de grupos minoritarios flanqueaban a los firmantes del Acuerdo de Lizarra. Tras ellos, en un bloque nutrido, pero disperso y acompañados de familiares o amigos, se veían caras de las ejecutivas, grupos parlamentarios y notables en general de los partidos convocantes. El Gobierno vasco decidió no apoyar el acto, pero algunos de sus miembros, entre los que pudo verse a Sabin Intxaurraga, consejero de Justicia, acudieron a título personal.
Pese a la lluvia, que cayó insistentemente durante todo el día y a la recomendación de prudencia en las carreteras, miles y miles de personas se desplazaron a Bilbao en autobuses fletados por los convocantes. Media hora después de empezar la marcha muchos autobuses trataban de entrar en Bilbao.
La marcha discurrió en un ambiente de entusiasmo, secundado por quienes esperaban sumarse desde las aceras. Los manifestantes mantuvieron una disciplina total sobre las consignas, que no salieron del Euskal Presoak Euskal Herrira (Los presos vascos a Euskadi); el viejo eslogan de la transición, Presoak Kalera. Amnistia Osoa (Los presos a la calle, Amnistía general) y algunas reclamaciones, mucho menos secundadas, en favor de la independencia.
Idígoras, el dirigente de Herri Batasuna y único miembro de la antigua Mesa Nacional que está en libertad, por razones de salud, recibió numerosas muestras de ánimo y simpatía. "¡Aupa Jon!", le gritaban y aplaudían sus simpatizantes, que vivían un día grande. El entusiasmo del público contrastaba con la seriedad de los líderes que sostenían la pancarta, que apenas cruzaron palabra.
El presidente del PNV, Xabier Arzalluz, negó que la manifestación fuera una forma de presionar al Gobierno en su política penitenciaria, y sí un argumento: "Probablemente esta concentración no valdrá para nada porque en Madrid esto no es relevante. Aquí, sí", dijo Arzalluz. Su escepticismo contrastó con la esperanza del dirigente de EA Carlos Garaikoetxea, quien confió en que contribuya a cambiar la política penitenciaria porque la marcha "representa a la mayoría política y social de Euskadi".
Apenas separado por un centenar de personas y sujetando una pancarta con idéntico lema, Rafael Díez Usabiaga, dirigente de LAB, advirtió al Gobierno central que si no rectifica la política penitenciaria estará manteniendo una actitud "provocadora". "Si siguen haciendo oídos sordos, las aguas de Euskadi van a desbordar la política del Gobierno", dijo el interlocutor del secretario de Estado, Ricardo Martí Fluxá. El líder de IU-EB, Javier Madrazo, recordó que se trata de "demandas justas y legales".
La cabeza de la manifestación, que semejaba un mar de paraguas, llegó a las 18.00 al Ayuntamiento, cuando todavía la cola estaba cerca del lugar de partida. Eran dos kilómetros y medio de calzadas de cuatro y cinco carriles repletas de manifestantes, que también colapsaban las aceras y las intersecciones con las calles adyacentes.
La concentración de ayer ha sido para sus convocantes un banco de pruebas de lo que la unidad de los nacionalistas, sellada en Lizarra con el apoyo de Izquierda Unida, puede dar de sí en términos de movilización callejera. Otegi lo anunció: "La manifestación simboliza el camino que vamos a recorrer para que este país llegue a un escenario político en paz y en soberanía. Nosotros ya somos ciudadanos vascos libres y, como tales, vamos a seguir tomando decisiones".
Visiblemente contrarios son los criterios del Gobierno, expresados ayer por su portavoz, Josep Piqué, quien recordó que la política penitencia es competencia exclusiva del Ejecutivo y que la manifestación, legítima, "lo sería más si sus convocantes condenaran simultáneamente la violencia callejera". Piqué, en declaraciones a Efe, añadió: "Resulta contradictorio que partidos que aceptan el juego democrático puedan ir de la mano de fuerzas que no lo aceptan", en alusión a la presencia del PNV.
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