El manejo de la calculadora y el valor de 1.000 pesetas

Todo estaba tan preparado en los mercados financieros que apenas quedaron huecos para las sorpresas, pero el entusiasmo de algunos operadores del parqué madrileño al operar con una moneda tan potente en los corros les llevó a olvidar las referencias en algunos momentos. Para vencer la reticencia de un vendedor remiso, se subió el precio en un euro, algo lógico en pesetas, y provocó cierto jolgorio ante la cuantía real de la apuesta. Para los operadores del mercado continuo la novedad estuvo en el uso continuado de la calculadora ante la comodidad de los inversores, ya que los clientes siguieron comprando en paquetes de cientos de miles, o en millones de pesetas, sin tener en cuenta el cambio de la moneda de cotización. Para facilitar el cálculo, algunos bancos regalaron eurocalculadoras a sus clientes. La mayoría, sin embargo, apostó por tomar referencias inmediatas en los nuevos precios y se adaptó con rapidez a la situación, aunque de cuando en cuando se preguntaba al de al lado cuanto eran 40 euros.

La mejor fórmula para hacer una equivalencia rápida por la cuenta la vieja, por las latitudes financieras, y también por las domésticas, es recurrir a la referencia oficiosa: "1.000 pesetas, seis euros". La verdad es que, para ser exactos, seis euros corresponden a 998,316 pesetas. Casi 1.000.