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Crítica:CRÍTICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Poderío sonoro

Esta interpretación de la Tercera sinfonía de Bruckner constituye el acontecimiento más destacado en la aún breve trayectoria de Gómez Martínez al frente de la Orquesta de Valencia. Poner en pie la grandiosa partitura era un reto doblemente difícil: por la complejidad misma de la obra y por las referencias interpretativas que el público valenciano tiene de la misma. No en vano Sinopoli y Celibidache ofrecieron en el Palau inolvidables versiones de la Sinfonía "Wagner." Gómez Martínez aplica a la Tercera un concepto de tempo y dinámica muy personales y, si la expresión se me permite, esencialmente contradictorios con el pensamiento bruckneriano. Un ejemplo puede explicar la base de tal contradicción. El arranque de la sinfonía, señalado moderato con moto, misterioso, implica en la figuración rítmica de la cuerda un ostinato múltiple del acorde de re menor que lleva, en el compás 5, a la entrada del tema principal (en la trompeta, en piano). De cómo se articule la rítmica en esos cuatro compases dependerá la configuración completa de la sinfonía, pues toda ella no es sino el desarrollo de ese tema base básico (Urthema), hasta su definitiva contracción en el acorde final del último movimiento, que debe descender con la naturalidad de la atracción de la gravedad, sin ser martilleado. En la versión del viernes, Gómez Martínez empujó el ostinato inicial y forzó el acorde conclusivo. Entre ambos, la dinámica de toda la obra basculó entre los extremos: pianissimi exagerados (como el aplicado al tema del Sueño de Brünnhilde, en la coda del adagio) y fortissimi exacerbados en las sucesivas reapariciones del Urthema. Faltó unidad y continuidad en el planteamiento y en el desarrollo orgánico del discurso, a partir de una respiración musical entrecortada y de un desequilibrio en las texturas orquestales provocado por el predominio de las voces agudas, sin que la rica armonía de la cuerda grave (base del tejido polifónico bruckneriano) se dejase oír en medio del desencadenamiento, frenético y nervioso, de los tutti del metal. Dicho todo ello, no se puede regatear a Gómez Martínez su espléndido dominio sobre una orquesta que siguió con absoluta exactitud las indicaciones de la batuta. Si no fue ésta una interpretación "bruckneriana", en el sentido profundo del término, sí fue en cambio una lectura poderosa y vibrante de unos pentagramas antaño inalcanzables para la Orquesta de Valencia. En la primera parte del programa, Rubén Marqués había ofrecido una correcta versión del Concierto en Mi bemol de Haydn, sostenida con buen oficio por la batuta. Sólo que Marqués podía y debía haberse "mojado" más en su cadenza.

Orquesta de Valencia Obras de Martin i Soler, Haydn y Bruckner

Rubén Marqués, trompeta. Orquesta de Valencia. Director: Miguel A. Gómez Martínez. Palau de la Música, Sala Iturbi. Valencia, 11 diciembre 1998.

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