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EXCURSIÓN

SIERRA MÁGINA Una huerta robada al monte

La luz del atardecer enciende de tonos violáceos las estribaciones de Sierra Mágina y sombrea la peculiar estructura de la Serrezuela de Pegalajar (Jaén). Ladera abajo, en dirección al río Guadalbullón, se descuelgan unas 500 hectáreas de terreno productivo sobre lo que, antaño, era un monte infecundo. Su vergel: la Huerta, una sucesión de bancales robados a la piedra, rellenos de tierra abonada donde crecen cultivos que abastecen las despensas del pueblo y que, antaño, constituyó el único eje de su economía. Lo habitual es que la tierra llame al agua, que se busquen pozos que nutran las plantaciones. Pero en el caso de Pegalajar fue justo al revés. Allá por la Edad Media, los habitantes de la zona decidieron explotar su principal recurso, la Fuente de la Reja. De ella manaba un cañón de agua. Se estableció una canalización para conducirlo a una gran alberca, la Charca, y desde ésta, se habilitó un sistema de acequias y canales (subterráneos y externos) que desembocan en la Huerta. Pero la tierra no existía. Al menos en el lugar deseado. La ingeniría árabe del momento solucionó el problema. La sabiduría medieval estableció una sucesión de muros para formar terrazas y se importó tierra de otras zonas. En algunos lugares la profundidad del suelo fértil apenas alcanza el medio metro, pero, según los lugareños, sobra para plantar patatas y, con unos centímetros más, crecen sin problemas los olivos. El tiempo fue dándole forma a la Huerta y creó un microclima singular, porque fomentó el crecimiento de hortalizas típicas (tomates, pepinos, pimientos...) y frutales inusuales en ese espacio de Sierra Mágina como las higueras, los granados, los membrillos o los caquis. Así fue como se convirtió en el centro de la vida de Pegalajar. "La gente vivía aquí tanto tiempo como en el pueblo", explica Diego Polo, representante de la asociación Fuente de la Reja, que lleva años pugnando porque se incluya este espacio, en el católogo de Bienes Patrimoniales de la Consejería de Cultura, como Lugar de Interés Etnográfico. El ecosistema que forman el acuífero y la plantación ha despertado el interés científico. Y el turístico. Algo así sólo puede encontrarse en algunos países del norte de África. A cualquier visitante se le plantea un recorrido interesante. De entrada, en pleno centro del pueblo, se topa con la Fuente de la Reja, una grieta natural, protegida por una verja, que desliza agua -si la sequía no lo impide- hacia un pozo hondo. A pocos metros se encuentra la Charca que, en tiempo de excesos hídricos, ha convertido a la localidad en una versión a escala del Retiro, con barquitas incluidas. Aunque lo parezca no es agua estancada: el manantial aporta líquido permanentemente. Este año ha habido suerte: el surtidor ha arrojado agua hasta hace poco. Así que la huerta todavía ofrece especies que el frío invernal no ha conseguido doblegar. Junto a los cultivos de siempre crecen ahora nuevas especies como el amaranto -una verdura de origen mejicano- , el maíz azul (obviamente llamado así por su color) o la jícama, un tubérculo centroamericano parecido a la patata, pero que no necesita pasar por el fogón. Estos experimentos son obra de científicos como el etnobotánico Salvador Jiménez Mesa, que lleva años analizando el mantenimiento del sistema Fuente-Charca-Huerta. La fama de este paisaje agrario singular lo ha convertido en ruta casi turística. Una llamada de teléfono y la asociación Fuente de la Reja propone excursiones, que incluyen desde el nacimiento del agua hasta su desembocadura en las hortalizas, y los molinos de cereal. Incluso se pueden recibir explicaciones de primera mano de los cultivadores y degustar alguna de las variedades hortofutícolas que se están introduciendo. Datos de interés Pegalajar se encuentra a 19 kilómetros de Jaén, por la autovía Bailén-Motril. Un desvío conduce hacia el municipio, serpenteando por las montañas de Sierra Mágina. Información: 953 36 10 60.

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