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Entrevista:

"Somos un vínculo de denuncia y un canal de financiación"

La organización no gubernamental vasca Hirugarren Mundua eta Bakea-Paz y Tercer Mundo es una de las doce finalistas al premio Europeo de la Solidaridad impulsado por la Unión Europea (UE). Haber superado la primera criba entre 200 ONG de toda Europa es para sus miembros una estupenda victoria. Uno de los requisitos para presentar proyectos al premio era que estuvieran financiados con fondos europeos. El Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad y Cáritas son las otras representantes españolas en la final. Los nombres de los cuatro ganadores, uno por categoría, se conocerán el domingo en el primer festival solidario europeo, que se celebrará en Barcelona. El proyecto que les ha colocado a las puertas del premio es uno de ayuda de emergencia a las cerca de 5.000 personas que los paramilitares han expulsado de sus tierras en el norte de Colombia, en el departamento de Chocó. Txabi Anuzita, director de proyectos de Hirugarren -como él llama abreviadamente a la ONG- y responsable de Colombia, no tiene la menor duda de que si ganan, usarán el galardón para denunciar ante la comunidad internacional la atroz situación que se vive en esta vasta área selvática, fronteriza con Panamá. "Hay muy pocas ONG trabajando allá porque es una zona sumamente difícil", explica Anuzita. Ellos llegaron el pasado mayo. Los 42 millones recibidos de la UE se destinan a apoyar a los desplazados "políticos y económicos" que se han visto obligados a desembarcar en la capital de Chocó. "Desde el momento en que hay presencia internacional, las instituciones y los grupos paramilitares tienen mucho más cuidado ene hacer cualquier tipo de acciones". Su simple presencia es ya una ayuda porque, como explica, "si saliéramos de allí, la vulnerabilidad de esta población sería mucho mayor". Darles formación en derechos humanos y ayudarles con microcréditos a crear pequeñas empresas, "panaderías, por ejemplo", son algunas de sus actividades. "Estamos generando la organización intracomunitaria para que ellos mismos sean capaces de volver a sus hogares". Sobre el terreno tan sólo está una de sus cooperantes, Nuria Telleria, "pero vale como cuatro", apunta Anuzita. "Somos un vínculo de denuncia y un canal de financiación para cosas puntuales". Con Telleria trabajan seis miembros de la la diócesis de Quidbó, la capital de este departamento colombiano y el lugar donde se han refugiado buena parte de quienes han escapado despavoridos de los paramilitares. "Nosotros trabajamos fundamentalmente con organizaciones locales; eso te da una seguridad y una base para que el trabajo salga según ellos quieren". Hirugarren es una ONG "de tamaño medio", en palabras de Anuzita. La cantidad de socios ha aumentado de manera paulatina durante esta década. Ahora tiene casi 400 socios; "muy fieles", eso sí. No obstante, son la organización no gubernamental de desarrollo que más dinero gestiona en Euskadi. Este año han ejecutaron proyectos por valor de 700 millones de pesetas, casi la mitad procedente de la UE y el resto de aportaciones de sus socios e instituciones vascas, fundamentalmente. Y el próximo estiman que superarán los mil millones de pesetas. "El conflicto que está viviendo Colombia se estaba agudizando". Esta es la razón que les llevó a trabajar allí. De hecho, "Colombia es el último país donde hemos empezado a trabajar", afirma el representante de Hirugarren. Fue el año pasado. También actúan en otros seis países latinoaméricamos, además de con los saharauis. La impunidad es absoluta en Colombia, recalca Anuzita. "Hay cien muertos diarios por disparos, lo que significa 30.000 asesinados al año. Son cifras que superan a las de muchas guerras". Eligieron el Chocó porque es el departamento "más subdesarrollado" en este país suramericano carcomido por la violencia. "Hay un interés por parte de determinadas multinacionales y el Estado por controlar este departamento", asegura Anuzita. Dice que el proyecto para construir un canal que cruce el Chocó ha influido en la presión sobre las comunidades negras que viven allí, que décadas atrás también fueron presionadas para instalarse allá. "Se están deshaciendo de ellos, literalmente. Están intentando que dejen libre la zona para el canal".

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