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Los peligros del virus del milenio

La Comunidad de Madrid constituye una comisión encargada de evitar el caos informático que puede causar la llegada del año 2000 en los ordenadores

No será el fin de los tiempos, pero podría parecerse. La ciudad a oscuras, automóviles que circulan por las calles sin señales que los guíen o que simplemente dejan de funcionar, aeropuertos inutilizables, ciudadanos atrapados en edificios cuyos ascensores no responden, sin agua corriente ni calefacción. Es el apocalipsis posible de un mundo gobernado por ordenadores, que, tal como están, quedarán obsoletos a partir del primer segundo del año 2000. En Madrid ya comenzó la lucha contra el virus del milenio: ayer se conformó la comisión regional que intentará llegar a tiempo de renovar los sistemas.Sólo en adaptar los ordenadores de las oficinas administrativas de la Comunidad (unos 2.200 puestos) se invertirán más de 400 millones de pesetas. Pero el gasto total se conocerá antes de finales de año, cuando esté calculado el costo de la adecuación de los sistemas del Metro, el Canal de Isabel II, los hospitales, los semáforos y otros servicios públicos que son comandados por equipos cibernéticos. Para dar un ejemplo, en España, el Gobierno central tiene previsto invertir alrededor de 10.000 millones de pesetas para evitar el efecto 2000.

Según aseguró ayer el consejero de Hacienda de la Comunidad, Antonio Beteta, la renovación de los ordenadores estará terminada antes del 30 de junio de 1999 y quedará tiempo para hacer pruebas y contrapruebas antes del temido 1 de enero del 2000.

Ese día, la memoria que manejan muchas computadoras retrocederá hasta el 1900, ya que trabaja sólo con los dos últimos dígitos del año. A partir de ese dato erróneo, todo aparato que contenga un microprocesador puede bloquearse, actuar sin control o transmitir información falsa. Para que la ciudad no quede sumida en el caos habrá que reemplazar hasta el último sistema con memoria de dos dígitos por otro de cuatro cifras. Si no se hiciera acertadamente podrían ocurrir en Madrid algunas situaciones temibles. Y, de todos modos, "algo sin duda fallará", como indicó ayer el consejero de Hacienda.

Peligro en los hospitales. Desde los aparatos de radioterapia hasta los ascensores de los centros de salud podrían volverse locos si no se renovara su memoria. El problema mayor en este campo reside en los denominados sistemas empotrados: pequeños ordenadores con programación temporal integrados en los equipos de alta tecnología, tanto para terapia como para diagnóstico. Un caso hipotético: si uno de estos sistemas no reconociera el 00 como dígitos del año 2000, sino como del 1900, podría deducir que la última revisión del aparato se hizo hace 100 años. Los estrictos programas de control lo harían dejar de funcionar inmediatamente.

Tráfico sin control. Desde hace años, los 1.500 cruces con semáforos de la ciudad son gobernados por una compleja red informática, que utiliza claves temporales. De no ser adaptados, esos equipos podrían actuar descontroladamente y el tráfico rodado quedaría en el absoluto caos. Además, gran parte de los automóviles que contienen ordenador a bordo pueden sufrir fallos en el control del motor y la suspensión y quedar inutilizados.

El Metro y Barajas. Tampoco el Metro está libre de la bomba informática. Habrá que revisar y actualizar todos los sistemas de control y programación de los trenes. De lo contrario habría que suspender el servicio, que transporta un millón y medio de viajeros al día. En el aeropuerto, con 20 millones de clientes al año, los expertos en informática deberán pasar semanas enteras documentando cada pieza de equipamiento electrónico, desde las cámaras de seguridad hasta el último tablero de la torre de control, para asegurarse de que no quede uno solo sin adaptar. Y el problema con los aeropuertos no queda allí, ya que no dependerá únicamente de la estación de origen, sino también de la de destino. Algunas empresas internacionales de aviación ya estudian suspender sus vuelos durante los primeros días del 2000 por cuestiones de seguridad. Oscuridad, frío y falta de agua. Un punto vital es el del suministro de energía eléctrica. Son incalculables los perjuicios que podría traer un corte de electricidad en una ciudad como Madrid, en la que se consumen cada hora 10.000 millones de kilovatios. En este caso, no sólo dependerá del recambio de sistemas que lleve a cabo la Comunidad. Cada comunidad de vecinos deberá controlar su equipamiento con tiempo. Es posible que los ascensores, las calderas y el suministro de agua queden interrumpidos si no se tomaran las medidas necesarias. El consejero de Hacienda afirmó ayer que uno de los principales objetivos de la comisión que se constituyó para prevenir el efecto 2000 es sensibilizar a la población respecto de esta situación y recomendó a los ciudadanos que consulten a servicios técnicos especializados. Un siglo al teléfono. Imagínese que le llegara una factura de la empresa de teléfonos con una comunicación de 100 años de duración. No es imposible. Si alguien llamara a las once y media del 31 de diciembre de 1999 y colgara poco después de las doce, y fallara el sistema de la empresa, la computadora podría deducir que ese ciudadano ha estado hablando durante un siglo.

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Mal día para ser bombero. La policía y los bomberos pasarán un principio de año difícil en el 2000. Miles de alarmas de particulares se dispararan descontroladamente, sin que los agentes puedan discernir cuáles marcan peligros reales y cuáles no.

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