_
_
_
_

"El fútbol es más sentimiento que pizarra o estrategia"

Ramon Besa

Llevaba meses soñando con el día en que reaparecería, pintando un radiante despertar, saboreando con ganas el día después. Le había dado ya tantas vueltas al partido, a la hora y al rival que creía saber incluso el marcador. Y resulta que ahora, cuando todavía ni se cumple medio día de su regreso a la cancha tras un año largo de estancia en la enfermería, Pep Guardiola ni siquiera recuerda su lesión. Apenas ha dormido. No es culpa del dolor ni de la felicidad. Le sobrevino el insomnio pensando en cómo se le escapó al Barça el triunfo en Riazor. En un mundo tan carnívoro como es el del fútbol no hay tiempo ni para una acción de gracias. Pep Guardiola tiene aún molestias, le falta ritmo de juego y el cuerpo, muy fatigado, le pide calma. El espíritu, sin embargo, le lleva a una declaración de intenciones volcánica y a un discurso pasional. Fiebre de fútbol. Ni rastro de la lesión.Pregunta. Diríase, por su actitud, que jamás estuvo 319 días sin jugar.

Respuesta. Cuando me puse a disposición del entrenador, el día que di este paso, lo hice porque estaba convencido de que podía volver a jugar. No era un debutante, a pesar de que, para algunos técnicos y jugadores, el del sábado debió ser el primer partido que me veían disputar. Ha sido mucho tiempo fuera del campo. Es cierto que tuve ciertos tics de tensión, angustia, incertidumbre..., pero ya no soy un ingenuo. Es ahora cuando hay que ser prudente. Me faltan minutos, concentraciones, partidos.

P. El equipo le necesita, la junta directiva se remite a su reaparición y el entrenador le pone como referente. No hay vuelta atrás posible.

R. El técnico dispone de un jugador más. Pero quien dice que los problemas se arreglan con la alineación de un futbolista es porque es iluso o necesita agarrarse a una persona. Todos tenemos un punto de vanidad y, desde fuera del campo, estamos convencidos de que podemos contribuir a mejorar la situación, pero una vez que estás dentro de la cancha te das cuenta de que todo es mucho más complicado. Nunca me han gustado los equipos que dependen de un jugador.

P. Hay, sin embargo, un dato irreprochable del partido de A Coruña: el equipo no jugó igual con Guardiola que sin él. El primer tiempo fue un discurso de cómo no se debe jugar y el segundo un apunte de cómo se puede jugar.

R. Resulta complicado explicar que, después de una temporada y media de trabajo, nuestro punto de partida debe ser el segundo tiempo del sábado. La gente no da crédito. No hay paciencia. Pero soy de los que tienen fe en esos 45 minutos, porque me evocaron la cultura futbolística en la que me crié, con la que he disfrutado y también, al final, con la que he ganado. Y como yo hay muchos otros jugadores en el club.

P. Jugar de memoria...

R. Para jugar al fútbol se necesita sobre todo una idea, un concepto, un estilo, y un grupo de jugadores que sintonicen con ella. Yo no conozco otra manera de jugar que la que se intentó pintar en A Coruña: el campo abierto, con dos extremos-extremos pegados a las bandas; llenar la divisoria para dar profundidad, a cambio de renunciar a un defensa, y darle aire y velocidad a la pelota. Del rival sólo debemos saber si juega con uno o dos delanteros, y asignarles uno o dos marcadores y un tercer hombre que cierre, y los demás a llenar la cancha, a tocar, a tener la pelota. Es aquello de los tres defensas, cuatro medios y tres delanteros. Puede que sea una idea romántica del juego, pero a los futbolistas nos mueve el amor al fútbol, el gusto por el balón. Me seduce la idea de jugar de una forma como no juega ningún otro equipo de España. Es un signo de distinción, una manera diferente de vivir el fútbol, un estilo de vida, una cultura.

P. La hinchada parece convencida de que más que un asunto de juego es un problema de técnico, y de que con Van Gaal no florecerá el fútbol en el Camp Nou.

R. Yo, como capitán, debo defender al entrenador con independencia del modelo de juego que imponga. Pero entiendo que Van Gaal está mucho más cerca de la idea del juego con la que me identifico que muchos otros entrenadores. Entiendo las dudas, por todo lo que ha ocurrido hasta ahora, pero si hay una posibilidad de superar la difícil situación, es jugando como en la segunda parte de A Coruña. Hay equipo para desarrollar esa idea.

P. Tanto por sus manifestaciones como por su actitud hay quien asegura que usted, como capitán, es más la extensión del entrenador en el campo que el portavoz de sus compañeros.

R. No lo comparto. Yo miro a todo el mundo a los ojos. He tenido la suerte de poder aprender de capitanes como Alexanco, Zubizarreta, Bakero y Amor. Mi deber es escuchar por igual al entrenador que a los jugadores. Nunca he tomado una decisión que comprometa al grupo por mi cuenta. Defender una idea de juego no significa llevar la contraria a los demás jugadores.

P. La idea que usted defiende es la misma que defendió Holanda en el Mundial, una propuesta que curiosamente dos de sus mejores valedores, Hiddink y Van Gaal, no consiguen plasmar ni en el Madrid ni en el Barça.

R. Aunque el Madrid y el Barça jueguen mal, nadie me quitará de la cabeza que Holanda fue la mejor selección del Mundial. El fútbol es más complicidad, sentimiento, que pizarra o estrategia. Me siento más próximo a esa cultura futbolística que a cualquier otra. Hiddink y Van Gaal, por otra parte, son distintos. No veo al Madrid jugando como el Barça en A Coruña. Los jugadores son distintos y la cultura también. Para los entrenadores resulta muy difícil clonar una idea del juego con la que se identifiquen. Les falta paciencia y coraje, y acaban dando tumbos, modificando, tocando, para intentar ganar tiempo.

P. Hay una sensación generalizada de que, dada la precaria situación futbolística del Barça y del Madrid, si hoy existiera un equipo como la Real o el Athletic de los inicios de la década de los ochenta, se llevaría también la Liga.

R. Yo solo pido que el equipo que la gane haga buen fútbol, porque hay una gran tendencia a imitar. Si resulta que el campeón se entrena mañana y tarde, todos los equipos acaban entrenándose mañana y tarde. Yo, de todas formas, no he vivido otra cosa que el debate Madrid-Barça por el título de Liga.

P. Los números dicen que el Barça no estaba tan mal desde hace 27 años, justamente su edad.

R. Hemos perdido muchos puntos, pero soy un romántico optimista. Hay muchos caminos para llegar a la victoria, pero soy de los que creen que sólo los que juegan bien acaban ganando y siendo felices. Ahora no ganamos, pero veo que podemos empezar a jugar como sabemos. Se trata de desarrollar los automatismos que tenemos adquiridos por haber jugado siempre de la misma manera.

P. Hay en su discurso un recuerdo constante hacia el Dream Team, pero la afición recuerda también que los dos últimos años de Cruyff como entrenador no fueron especialmente felices.

R. El asunto consiste en saber asumir el riesgo. A mayor posesión de pelota, más posibilidades tienes de hacer gol que el contrario. Hemos jugado de otras maneras y nos han creado igual o más ocasiones. Lo que está claro es que hay que decidir hacia dónde vamos. Mal asunto cuando se va cambiando de plan, porque entonces, cuando te pierdes, se acabó la historia. Uno tiene que ser consecuente con su ideario, y el ideario no se tiene porque sí.

P. ¿No hay un exceso de virtualidad?

R. No es malo querer llegar a donde hemos visto que han llegado otros. Querer copiar no es pecado. El problema es saber copiar. Nosotros hemos visto que el Ajax de Van Gaal jugaba como a muchos de nosotros nos gusta jugar, porque ya sabemos de qué va la historia simplemente con saltar al campo. Es una cuestión de piel.

P. ¿No se concede demasiada importancia al entrenador? Hoy se habla del Barça de Van Gaal, del Madrid de Hiddink, del Atlético de Sacchi.

R. Se le da una importancia excesiva y se le critica en demasía. Los entrenadores siempre dependen de los jugadores y, por tanto, su principal cometido es generar la situación óptima para que los futbolistas afronten el partido con garantías.

P. ¿Hay demasiados personalismos en el fútbol?

R. Se habla mucho de las personas y poco de fútbol. En el Barça, por ejemplo, los temas a debate son las pañoladas, la crispación, la desidentificación. Yo me pregunto: ¿si los seis títulos conseguidos en los dos últimos años no han serenado el ambiente, qué es lo que pasa? Pues que no todo son resultados, y tampoco ideología. Hay que encontrar un punto medio. Sólo hay una manera de comprometer a futbolistas de distintas culturas: jugar bien al fútbol.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_