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Bártulos del camino

,Para hacer el camino hay que estar preparado. No basta con tener el calzado apropiado y mucha devoción a la imagen correspondiente. Los peregrinos deben armarse de una serie de instrumentos imprescindibles. Esos bártulos son los que se reúnen en una exposición que, hasta el próximo día 11, se aloja en el antiguo hospital San Juan de Dios de Jaén, donde se está desarrollando el VII Congreso Andaluz de Folclor, que se centra, de forma monográfica, en el análisis de las romerías. Mantos de terciopelo bordados en oro, misales, cetros, estandartes y una colección extensísima de ropajes con los que se viste a las tallas a las que se rinde culto en estos menesteres, son algunos de los elementos que pueblan la sala de exposiciones. La organización, la Asociación de Coros y Danzas Lola Torres, se ha entretenido en seleccionar materiales propios y solicitar a cofradías y particulares de la provincia que cedieran enseres para plantear una romería por los objetos que la tradición ha convertido en esencia de este tipo de manifestaciones religiosas, tan propias de esta comunidad autónoma, donde se celebran las dos más importantes de España: El Rocío (Huelva) y la Virgen de la Cabeza (Jaén). En un ángulo de la sala, para que el visitante entre en situación, se ha reproducido una escena romera. Un grupo de maniquíes, ataviados con las indumentarias propias de cuatro zonas de Jaén -variantes locales de los trajes de chirri (hombre) y pastira (mujer)-, sosteniendo en unas andas la talla diminuta de la Virgen de la Cabeza y portando estandartes del Cristo de los Charcales. Carlos Navasal, comisario de la muestra junto a Francisco Jiménez, señala que la localización de los enseres ha precisado más de un mes. La mayor parte de los objetos son eminentemente religiosos. "No íbamos a poner una paellera y una caja de cerveza, que todavía no se consideran una obra de arte", dice Francisco Jiménez, a pesar de que subraya, en tono jocoso, que son dos de los componentes lúdicos esenciales de este tipo de encuentros. Entre los objetos pueden encontrarse diferentes imágenes devocionales en miniatura, ya que es propio que los cofrades instalen en sus casas reproducciones de las tallas a las que rinden culto. Así aparecen estatuillas como la de Santa Lucía, procedente de una colección particular, que muestra a la mártir con una bandeja en la mano en la que se encuentran sus globos oculares, arrancados, según la tradición, por sus torturadores. Otra de las figuras emblemáticas es la de un Niño Jesús Pasionista, una talla anónima del siglo XVII, también de propiedad privada, que constituye la pieza más antigua de la colección. "Esta imagen se encuentra con mucha frecuencia en los conventos de clausura porque cuando entraba una nueva monja se le encargaba que cuidara de una de estas imágenes, a la que había que cambiar de vestido a diario, como a cualquier persona", relata Navasal. De hecho, entre los ajuares de la muestra se encuentra una colección de pequeños trajes de terciopelo con bordados, puntillas y telas fruncidas, como para un niño de un año. El comisario de la muestra asegura que esta exposición constituye "una oportunidad para las cofradías de gloria -que así se llaman las que no son de Semana Santa- para que expongan sus enseres". Sólo se le ha quedado en el tintero un detalle profano, una carreta rociera con volantes y flores, que no ha podido instalarse porque la sala de exposiciones elegida está en una tercera planta.

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