Hasta el fin del mundo en coche
Ninguna norma regula el uso de vehículos todoterreno fuera de caminos o pistas
Visto el comportamiento del mercado durante los seis primeros meses del año, los fabricantes de vehículos todoterreno calculan que a 31 de diciembre se habrán vendido en nuestro país más de 60.000 unidades, una cifra récord. Aunque en muchos casos sencillamente han sustituido a los turismos convencionales, muchos conductores aprovechan las altas prestaciones de los todoterreno para internarse durante los fines de semana en todo tipo de parajes naturales. La publicidad de los fabricantes hace hincapié en este tipo de aplicaciones, asegurando que uno de estos vehículos es capaz de transportar a sus ocupantes a cualquier sitio, por agreste que sea. Por puro placer, o por necesidad, aseguran los anuncios, se pueden sortear ríos, escalar montañas, atravesar espesos bosques o, sencillamente, conducir campo a través. Y algunos conductores se lo toman al pie de la letra, aprovechando que en nuestro país no existe ninguna norma que regule el uso de estos vehículos fuera de las vías acondicionadas para la circulación. Los resultados, en algunos casos, son desastrosos. El paso continuado de este tipo de automóviles por algunas zonas, sólo aptas para el tránsito de peatones o animales, provoca, o acelera, la erosión, debido al ancho y al dibujo de las ruedas. La cubierta vegetal termina por desaparecer, el suelo se compacta y los agentes naturales, como lluvia o viento, arrastran la capa fértil. Este fenómeno es más intenso conforme aumenta la pendiente del terreno, y son precisamente las áreas abruptas y de fuerte desnivel las más atractivas para los aficionados a este tipo de vehículos. Erosión y ruido Al impacto sobre la vegetación y el suelo se une la contaminación acústica. Ruidos que no sólo molestan a los practicantes de modalidades deportivas mucho más blandas, como el senderismo, sino que también espantan al ganado y a los animales silvestres, especialmente sensibles a este tipo de perturbaciones durante el periodo de cría. La atmósfera recibe su dosis de gases contaminantes, y las aguas de ríos o arroyos se ven enturbiadas. Los responsables del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, especialmente preocupados por la cuestión, reconocen que no pueden actuar ya que no hay legislación. Siempre que los conductores respeten las normas de circulación y no invadan terrenos privados no se les puede denunciar, incluso cuando transiten fuera de los caminos y vías establecidas. En Andalucía sólo existen normas que limitan el uso de los todoterreno en algunos espacios naturales protegidos. En el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar (Almería), por ejemplo, se prohíben "los recorridos campo a través con cualquier tipo de vehículo de tracción mecánica". Asimismo, los automóviles que usen los caminos de este parque deben circular "de forma individual o en grupos de número inferior a diez y con una separación entre los mismos no inferior a 200 metros, por el daño que sobre la fauna y flora pueden ocasionar, estableciéndose como límite de velocidad los 30 kilómetros/hora". Desgraciadamente, este tipo de regulaciones no se aplican en todos los espacios protegidos. "El Plan de Uso Público del Parque Natural de Grazalema", explica Juan Clavero, secretario de espacios naturales de Ecologistas en Acción, "incluye una norma específica, pero va más en la línea de abrir estos territorios a los todoterreno, y no al contrario, ya que este documento contempla la posibilidad de acceder en automóvil privado a los bosques de pinsapos". En opinión de Clavero, "debería dictarse una norma general que regulara por dónde pueden circular los vehículos todoterreno, y no al revés, pero esto choca con los intereses de las empresas automovilísticas, que están apostando por este segmento de coches". Algunas empresas de turismo rural, que organizan excursiones en vehículos 4x4 aunque respetando unas mínimas normas, se quejan de la mala imagen que causan al sector los desaprensivos que usan de forma agresiva este medio de transporte. Incluso, como reconoce el Seprona, se ha denunciado la presencia en Andalucía de aficionados a los rallies procedentes de Francia. Aquí buscan practicar lo que en su país está prohibido. Y poco se puede hacer por evitarlo.
Manual de uso
Ir despacio, no salirse de un carril ya trazado, no recortar ramas o arrancar arbustos para ensanchar el paso o no tocar el claxon son algunos de los consejos que componen el Manual Ecológico del Conductor de Caminos, editado por el Ministerio de Medio Ambiente. Aunque sin fuerza legal, este curioso código de la circulación recoge una veintena de recomendaciones, redactadas por Eduardo Coca, director del Instituto Nacional de Meteorología, quien, en el prólogo, se confiesa "agricultor, cazador, amante de la naturaleza y surcador impenitente de caminos". Según este código, los primero que hay que tener en cuenta a la hora de circular por caminos rurales es la velocidad. Es necesario ir despacio, manteniendo un ritmo regular y continuo, sin giros ni acelerones bruscos. De esta manera no se levanta polvo, no se arrancan piedras (sobre todo con neumáticos estrechos o de tacos) y se evitan las escarbaduras sobre el piso. Asimismo, deben descartarse los trabajos de mantenimiento en pleno campo, sobre todo aquéllos que dejan residuos tóxicos, como ocurre con el cambio de aceite. Tampoco deben usarse ríos o fuentes como lavaderos, ni abusar de las ráfagas luminosas que "sólo sirven para soliviantar o asustar a los animales". Según Eduardo Coca, el problema que supone "la intensa circulación por caminos, sin señalización que la guíe, sin vigilancia, sin Guardia Rural de Tráfico, ha dado lugar a un hecho nuevo que va a obligar a la creación de órganos parejos a los que existen para carreteras, con sus agentes de control y sus organismos de conservación". En definitiva, concluye, "la ley de la selva no puede ser el código vial de los caminos".
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