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FÚTBOL LIGA DE CAMPEONES

El Athletic se va con humildad

Dos goles al inicio de cada tiempo concluyen una experiencia anodina ante el Rosenborg

El Athletic agotó su crédito en Europa con humildad y un fútbol muy débil ante un equipo muy fuerte. Pagó su desorden con dos goles y se recompensó con una buena actitud humana que le otorgó un gol anecdótico. La caja de las sorpresas europeas no tenía truco. El Rosenborg la abrió sin asustarse y zanjó la polémica en un santiamén. Luego exhibió su romantismo de forma tan generosa como intratable.La competición europea incita en Luis Fernández una actitud estudiosa y sorpresiva. En cada partido de la Liga de Campeones ha exprimido la versatilidad del conjunto, como fruto de una lectura acertada de sus rivales. En Rosenborg decidió dejar en el banquillo a Carlos García, su guardián preferido y practicamente insustituible, a pesar de saber que el conjunto noruego juega con tres delanteros en casa.

ROSENBORG 2

ATHLETIC 1Rosenborg: Jamtfall; Pedersen, Hoftun, Braggstad, Bergdolmo; Berg (Herns, m. 90), Strand (Winsnes, m. 80), Skammelsrud; Sorensen (Dahlum, m. 86), Rushfeldt y Jakobsen. Athletic: I. Etxeberria; Felipe (Urzaiz, m. 45), Ríos, Ferreira, Larrazabal (C. García, m. 45); Imaz, Urrutia, Guerrero (Jorge Pérez, m. 60), Alkiza; J. Etxeberria y Ezquerro. Goles: 1-0. M. 2. Bragstad burla el fuera de fuego, remata sólo ante Etxeberria, que rechaza para ceder un balón franco a Sorensen, que marca a puerta vacia. 2-0. M. 50. Sorensen, de libre directo ejecutado desde la frontal del área. 2-1. M. 92. Jorge Pérez fusila dentro del área, a pase de Ezquerro. Árbitro: Bern Heyneman, alemán. Unos 13.000 espectadores en el estadio Lerkendal.

La duda original se mantenía incólume: más que el frío (fuerte, pero no exagerado), la dificultad estribaba en la gestión de las condiciones del césped, especialmente dificultoso para cálculos y medidas. A la primera de cambio se desmontó el tinglado. Entre Berg y Strand desahuciaron la línea de cuatro y aprovecharon la ausencia de un libre Defensivamente el Athletic amenazaba ruina: ni en el centro del campo, ni en la linea trasera observaba capacidad de recuperación. Con más jugadores en la zona ancha se manejaba con torpeza y desorden.

La invectiva de Luis Fernández nació con un defecto original y el pecado de un gol que determinó la personalidad del partido. El Rosnborg, presunto aprendiz de los fundamentos técnicos, recitó su lección de carrerilla: apoderarse del balón, nmoverse por los costados sin prisa y con firmeza y rebuscar la espalda de una defensa poco habilitada para responder con velocidad.

Le costó al Athletic casi media hora encontrar el balón y ajustarlo al tacto de un césped endiablado. Lo encontraron, con altibajos, Julen Guerrero y Alkiza, con el apoyo permanente de Josu Urrutia, y el Athletic ajustó su aspecto más natural, equilibrando al menos la propiedad del encuentro. El paertido se jugaba ya en todo el campo e inclusó Joseba Etxeberria obligó al guardameta Jamtfall a probar el suelo en un cabezazo que repelió casi en la línea de gol.

Sin apelación posible al juego aéreo, el conjunto bilbaino estaba obligado a manejarse con tanta prudencia con el balón como exigencia en su control. Ezquerro y Etxeberria tenían la encomienda de romper el orden impasible de una defensa que suple con colocación su falta de cintura Cuando Ezquerro cambió de costado, lo notó el Athletic tanto como el Rosenborg, adquiriendo la profundidad quele restaba al equipo noruego atrapando al lateral Pedersen, el conductor natural de su juego defensivo. El Rosenborg un conjunto eficaz y reiterativo malgastó dos ocasiones de su gigantón Rushfeldt que hubieran sentenciado el partido sin apenas desperezarse. Ambas resucitarón al Athletic tanto como le había matado el gol de Sorensen. No había juego, pero el partido existía hasta que llegó Sorensen y le dió un puntapié al balón y al Athletic expulsandole deportivamente de la competición. En cada arranque de partido gripó el motor, lo que suele significar inestabilidad y falta de aplicación. El segundo gol rompió la disciplina y el tacticismo. El Rosenborg apeló al romanticismo y buscó más goles ; el Athletic, destrozado, apretó los dientes y trató de despedirse con dignidad de un equipo hospitalario. Ezquerro tuvo el gol en la punta de la bota y lo perdió por inestabilidad. Hasta Imanol Etxeberria restauró su imagen con una tremenda respuesta a una fenomenal volea de Jakobsen. Era el maquillaje apropiado para una despedida anunciada desde el primer minuto del partido. El ultimatum europeo resultó un tramite burocrático; el partido un entretenimiento amargo para el Athletic que tendrá en dos semanas un partido en San Mamés a beneficio de inventario.

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