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FÚTBOL Undécima jornada de Liga

El Atlético calma a Gil con una goleada

El Valladolid sorprendió a los rojiblancos en el primer minuto, pero luego se hundió

El Atlético contestó con una goleada luminosa a su agitada semana. Llegaba en estado de emergencia, con la guadaña de Gil alzada, y consiguió el resultado que necesitaba para calmar los ánimos. Y lo hizo después de que el Valladolid se adelantara en el marcador, venciendo por primera vez un encuentro en el que el que anota primero es el adversario. Pero, en realidad, no resolvió nada: de su fiabilidad en casa no había dudas; sus problemas se concentran lejos del Calderón. Habrá que esperar todavía unos días para comprobar el estado de su crisis. Anoeta, el martes, y el Camp Nou, el sábado, tienen la palabra.Sacchi mantuvo su sistema táctico, pero presentó una alineación novedosa, con Santi, Mena y Correa entre los elegidos. Un gesto que le pone bajo sospecha. Jesús Gil le exigió cambios y los hubo. Tal vez las novedades fueran responsabilidad exclusiva del italiano, quizás los habría ejecutado igualmente de no existir la reprimenda del jefe, pero la duda es inevitable. Es el tipo de peajes que hay que soportar ante mensajes tan claros y comprometidos de Gil. Cualquier movimiento hubiera despertado suspicacias.

ATLÉTICO 6 VALLADOLID 1

Atlético: Molina; Serena, Santi, Chamot, Toni; Roberto (Njegus, m. 46), Mena, Valerón (Bejbl, m.67), Jugovic; Kiko (José Mari, m.75) y Correa.Valladolid: César; Torres Gómez, Julio César, Peña, Santamaría, Marcos (Eusebio, m. 73); Vizcaíno; Chema (Klimowicz, m.58) , Caminero (Turiel, m.78); Víctor y Peternac. Goles: 0-1. M.3. Julio César cabecea un libre indirecto lanzado por Víctor. 1-1. M.27. Mena tira desde lejos, el balón tropieza en Peña y ante el despiste de César entra en la red. 2-1. M.42. Kiko controla de espaldas el balón y profundiza para Jugovic, que, solo, marca. 3-1. M.47. Valerón pasa de primeras a Njegus, quien por la derecha y desde fuera del área suelta un fuerte derechazo. 4-1. M.59. Correa resuelve un barullo en el área a la salida de un córner. 5-1. M.74. Serena cuelga desde la banda derecha y Kiko cabecea picado. 6-1. M.77. Correa llega antes que César a un balón profundo, levanta el balón y José Mari empuja a la red. Árbitro: Losantos Omar. Mostró tarjeta amarilla a Roberto y Correa. 40.000 espectadores en el estadio Vicente Calderón.

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Y el asunto empezó muy mal para el técnico italiano. El Valladolid desnudó al Atlético en los diez primeros minutos. Le sorprendió con un gol tempranero, un ejemplo de la falta de concentración que habita últimamente en el equipo rojiblanco -un libre indirecto que Julio César remató prácticamente sin oposición-, y le sacó de quicio con otros tres remates que llevaban aviso serio de gol. Fueron instantes de sombras por el Calderón, con el personal temiéndose lo peor. Sacchi especialmente.

Una bomba de Mena al palo en el lanzamiento de una falta devolvió al Atlético al partido. Eso y unas cuantas patadas con las que los rojiblancos intentaron calmar al Valladolid, que había llegado crecido. Especialmente sus tres futbolistas que antes habían vestido la camiseta rival: Chema, dispuesto a reivindicar sus carreras y su brega justo en los tiempos en que en el Atlético se pide eso; Vizcaíno, decidido a enseñar su facilidad para no perder jamás el sitio y recuperar la pelota, y Caminero, silbado con rabia desde la grada, que simplemente quería divertirse con su fútbol de altos vuelos que un día tuvo.

Otro zapatazo de Mena, esta vez cargado de fortuna, regaló a los rojiblancos el empate, un suceso que tranquilizó los nervios locales. Aparecieron entonces Valerón y Kiko, bien sujetos antes, para llenar de sentido el juego. Conectaron ambos y el Atlético se apoderó del partido. Al filo del descanso, un excelente pase del jerezano a Jugovic puso por delante a los madrileños. Dada su eficacia en el Calderón, superado el susto inicial, la cita parecía resuelta para el Atlético.

Y para despejar cualquier duda, nada más comenzar el segundo periodo, Njegus, con un trallazo formidable después de un gran servicio de Valerón, dibujó el 3-1.

Al Valladolid no le quedó más que decir. Sí al Atlético, que tal y como había pasado la semana, no estaba dispuesto a pecar de conformismo. Se sabía en deuda con la hinchada y fue a por la goleada. La obtuvo, pero no despejó dudas. Éstas siguen instaladas en los encuentros a domicilio.

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