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Mané, el gerente

José Manuel Esnal empezó a ejercer como entrenador de fútbol hace 25 años. Entonces no vivía de ello. Compartía su afición con un empleo como administrativo en un holding financiero. Dos profesiones sin aparente relación: una va unida al trabajo físico, a la vida pública y en ocasiones al estrellato; la otra es más anónima y sedentaria. Ayer, un cuarto de siglo después, se volvieron a unir estas dos vertientes de Mané, nombre por el que se le conoce en el balompié. El entrenador del Alavés acudió al Parque Tecnológico de Álava para pronunciar una conferencia dentro de unas jornadas sobre dirección de recursos humanos. Unas 50 personas, en su mayoría relacionadas con la empresa o la Administración, le escucharon atentas durante más de una hora. El técnico de Balmaseda, de 48 años, explicó sus trucos y claves utilizados para gestionar los 25 o 30 grupos humanos que han pasado por sus manos en su trayectoria como entrenador. Dio dos pautas para obtener el éxito: "Cuando estoy próximo a la felicidad con mi relación familiar, con mi propia imagen, con mis amistades las cosas salen mucho mejor. Además, es fundamental la claridad de ideas". Esa convicción de que quería dirigir a deportistas le empujó a iniciar su actual profesión. Pero no siempre le resultó fácil. "Me puse a entrenar", dijo, "y vi que no tenía ni idea". Esta reflexión le llevó a un siguiente paso: "Después de saber lo que quieres hay que aprender y darle tiempo". Las vivencias de Mané le han convencido también de rodearse de colaboradores con pensamientos positivos, "aunque eso no significa que te digan siempre amén". Con estas premisas el técnico de Alavés se siente satisfecho con "un 90%" de sus proyectos. Su paso por clubes de todas las categorías le ha enseñado que un entrenador necesita "manejarse no sólo en el terreno deportivo". Llegado este punto, se detuvo en el mundo de los medios de comunicación, donde, admitió, no es "un gran especialista". El técnico apuntó otra clave: "Ganarse a los colaboradores del club", desde médicos a cuidadores del campo. Al hablar de la organización del equipo, Mané definió sus convicciones. Habló constantemente de "compromiso con el grupo", una clave del juego colectivo que ha imprimido en el Alavés. Especificó las diferencias de tratamiento que concede a los jugadores: al extranjero generalmente le motiva "el dinero" y se debe actuar en consecuencia, al joven se le debe dar confianza "hasta que aprenda a volar solo, aunque probablemente al año hay que darle un golpe en la cabeza". Mané defendió sobre todo a los hombres "de la casa" y abogó por mezclarlos con los extranjeros para mejorar el sentimiento de grupo. En su próspera charla, lanzó otros mensajes. Dudó de la eficacia de "tener un capitán en la grada", y advirtió contra "los empachos de novedades" y los cambios masivos en el equipo. Renegó además de una frase tópica del fútbol, la de ponerse el mono de trabajo. "¿Cómo?", replicó Mané. "No hay que quitárselo".

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