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Expertos descartan en Alicante que la actual escasez de lluvia se deba al cambio climático

El catedrático y director del Instituto de Geografía de la Universidad de Alicante, Antonio Gil Olcina, descartó ayer categóricamente que la ausencia de precipitaciones durante este otoño esté relacionada con el cambio climático, y aseguró que ni siquiera se puede hablar, de momento, de sequía. Gil Olcina intervino en las jornadas dedicadas a los grandes aguaceros que se celebran en Alicante. Allí los expertos reunidos consideraron que el peligro de la gota fría, fenómeno meteorológico que suele desencadenar lluvias torrenciales, ya ha pasado este año.

El periodo considerado "de máximo riesgo" para lluvias torrenciales en la costa mediterránea, en especial para el sureste peninsular, transcurre entre el 15 de septiembre y el 15 de noviembre. Pasadas esas fechas, expertos reunidos en la Universidad de Alicante para analizar el fenómeno de las temidas riadas anunciaron ayer que el riesgo de la aparición de una gota fría ha pasado. Catedráticos de diversas universidades españolas estudian las consecuencias de esas riadas, sus manifestaciones y las causas más frecuentes de estos comportamientos de la naturaleza "habituales y frecuentes" en un clima irregular como el del Mediterráneo. Para minimizar sus efectos, la opinión es unánime: hay que evitar la actividad urbanística en ramblas naturales. El catedrático y director del Instituto de Geografía de la Universidad de Alicante, Antonio Gil Olcina, descartó categóricamente que la ausencia de precipitaciones durante este otoño esté relacionada con el cambio climático, y aseguró que ni siquiera se puede hablar, de momento, de sequía. "Yo no hablaría de un nuevo ciclo seco", dijo. "Hay que ser prudentes, porque si a veces tenemos problemas para disponer de una predicción fiable a dos o tres días vista, vaticinar una sequía es perder un poco de vista la realidad". El profesor aseveró que, hoy, lo único que se puede afirmar es que el otoño "es seco", y que el máximo riesgo de inundaciones ha pasado, "aunque esto no quiere decir que no se pueda producir alguna". En la conferencia inaugural de las jornadas científicas Aguaceros de gran intensidad horaria e inundaciones en núcleos urbanos del litoral mediterráneo español, Gil Olcina lanzó una llamada a la prudencia y recordó que las precipitaciones en ocasiones se anticipan y otras veces se retrasan, "y lo pueden hacer particularmente cuando las temperaturas se han mantenido altas", advirtió. El profesor no desaprovechó la ocasión para reclamar a las autoridades autonómicas y locales que eviten la ocupación urbana de barrancos y ramblas. Calles en ramblas El problema de las precipitaciones intensas es, en opinión del experto, "multisecular", y obedece tanto a condicionamientos físicos como a imprudencias humanas. "No se pueden transformar los barrancos en calles sin hacer ningún tipo de corrección hidrológica, ni se puede tapar la salida de las aguas a su punto de destino, que es el mar, sin correr riesgos", señaló Gil Olcina. En su conferencia, agregó que tradicionalmente se utilizaba una corrección en barrancos y ramblas importantes, que se traducía en el riego del campo con aguas turbias y el funcionamiento de las terrazas, que ahora no se utilizan. "Antes, a lo largo del curso del río había unas derivaciones laterales para aprovechar las aguas turbias de la avenida, pero en la actualidad ese sistema está abandonado", lo que explica que el volumen de agua que se acumula en los colectores sea mayor en la actualidad, y la necesidad de acometer otro tipo de intervenciones hidráulicas. El profesor apuesta por la limpieza de los cauces de estos ríos, por lo general secos, y por una ausencia total de urbanizaciones en sus inmediaciones. Los ámbitos de limpieza y acondicionamiento, además, no se deben limitar a los barrancos, sino también a los campos anexos. "Los efectos de una avenida son fulminantes, y arrastran todo lo que encuentra a su paso". Gil Olcina recordó que la inundación más espectacular registrada en la segunda mitad de este siglo fue la del 19 de octubre de 1973 en la rambla de Nogalte, en Puerto Lumbreras, que ocasionó un centenar de víctimas. En aquella ocasión, 1.974 metros cúbicos de agua bajaban por el barranco cada segundo. "Si se compara con los 60 metros cúbicos por segundo de aforo más abundante del río Júcar, nos damos cuenta de lo que es un aluvión", dijo. El catedrático centró parte de su intervención en explicar las dificultades que tienen los meteorólogos, no tanto en predecir el riesgo de fuertes precipitaciones como en sus consecuencias, "que son imprevisibles". "Siempre es mejor alertar y decir que el riesgo existe que evitar hacerlo por si fallamos en el pronóstico", añadió. Para el próximo día 26 está prevista la participación en estas jornadas científicas de representantes de Protección Civil, cuerpo que se moviliza de inmediato ante el mínimo riesgo de inundaciones. Ayer también participó el escritor y periodista Manuel Toharia, que disertó sobre los problemas e inconvenientes que acarrea la comunicación pública sobre el clima. Para las próximas sesiones, los expertos presentarán comunicaciones referidas a los últimos informes realizados sobre las formaciones nubosas vinculadas a la génesis de lluvias torrenciales, el comportamiento de los ríos y ramblas cuando se producen lluvias intensas y las implicaciones sociales y económicas de las llamadas "inundaciones relámpago" que habitualmente registra España.

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