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Una mirada seca y triste al futuro de la selección

Santiago Segurola

La lista de Camacho para el partido frente a Italia provoca una sensación de perplejidad y alimenta algunas preguntas sobre el estado de nuestro fútbol. Casi todas admiten una contestación sencilla. ¿Se puede esperar de este equipo algún papel relevante en la Copa del Mundo o en la Eurocopa? No. ¿Estaría asegurada la presencia de la selección en cualquiera de ambos torneos? No. ¿Es tan grave el deterioro del fútbol español que hay poca cosa detrás de una fachada opulenta? Sí.¿Cabe interpretar la lista de Camacho como una jugada política de la federación para proseguir en la campaña de reducción de extranjeros? Es probable. ¿Disponía el seleccionador de algún margen mayor de maniobra? Sí. Camacho ha actuado con un realismo seco, sin concesiones al optimismo. Ha aprovechado las lesiones de Hierro, Alkorta, Guardiola, Luis Enrique, Kiko, Iván de la Peña y Alfonso para decirnos que sus posibilidades de elección son limitadísimas. La mayoría de los convocados son jugadores respetados, con honorables trayectorias, pero de ninguna manera capaces de provocar el entusiasmo de los aficionados. Más bien lo contrario.

A la vista de la convocatoria, parece que estamos condenados a una desertización implacable de nuestro fútbol, como si la especie del jugador español estuviera en trance de extinción. Algo hay de eso, pero conviene no acentuar el pesimismo. Con la incorporación de los jugadores lesionados, España retomaría una posición privilegiada en el panorama europeo. Cualquier gran selección quedaría esquilmada por la ausencia de siete futbolistas del calibre de los lesionados españoles.

Más que nada la lista de Camacho sirve como aviso para navegantes. La inclusión de gente como Morientes, Fran, Celades, Mendieta, Julen Guerrero o Abelardo habría dado más espesor al equipo, o al menos habría desactivado la sensación de desamparo que transmite el equipo convocado para jugar frente a Italia.

Desde una interpretación política, el seleccionador español ha preferido presentar un cuadro muy sombrío de la realidad de nuestro fútbol. No parece alentadora la depauperada presencia de jugadores del Madrid y del Barça (uno por equipo), ni tampoco estimula el entusiasmo el protagonismo que cobran aquí varios futbolistas con muy poco protagonismo en sus clubes.

Una convocatoria integrada por excelentes secundarios, pero secundarios al fin, obliga a pensar en una selección en estado de crisis. O en un fútbol en fase crítica. Camacho ha preferido decirlo con crudeza, muy en su estilo. Probablemente ha exagerado, pero es cierto que hay razones para sospechar del futuro de la selección y debatir sobre ello.

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