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Sin miedo ante el tablero

En apenas un año, Julia Codina ha superado todos sus miedos. Ya no tiembla cuando se enfrenta a las rusas o las indias, las jugadoras más preparadas. "Les ha perdido el respeto", afirma Juan Anguix, director de la Escuela Valenciana de Ajedrez. Esta joven ajedrecista valenciana, de sólo 11 años, ratificó hace escasos días la transformación que ha sufrido en los últimos meses. Su actuación en el campeonato del mundo -fue octava en la categoría sub 12- disputado en Oropesa (Castellón) recientemente ha confirmado su progresión. Pero no hay motivos para estar sorprendidos: su mejoría no había pasado inadvertida en su círculo más cercano. O sea, su familia, su entrenador... y su psicólogo. Este último ha desempeñado una labor notable, aunque él minimiza su trabajo: "El éxito ha sido de Julia, que es la que ha jugado", asevera José Vicente Lara, que lleva año y medio trabajando en la Escuela Valenciana de Ajedrez, un club que reúne a algunos de los mejores jugadores del mundo, como Quique Llobell (decimocuarto en la categoría sub 14 en el mundial de Oropesa) o María Gómez- Cabrero (decimoquinta en la categoría sub 18). Cuando José Vicente Lara conoció a Julia Codina se encontró con una chica tímida, introvertida, que trasladaba su carácter a la competición. Le faltaba confianza, iniciativa. Lara se puso a trabajar con Codina, a reforzar la seguridad en sí misma. No fue difícil. "Si una virtud tiene Julia es que es muy trabajadora", asegura su padre, Rafael. Una cualidad que pronto observó Lara. "A Julia le faltaba agresividad. Ella siempre esperaba a ver lo que hacía su rival. Rogelio Romano me dijo que tenía que ser más agresiva. Hubo que meterle en la cabeza que el triunfo siempre era posible, pero que si se perdía se podían estudiar las causas. Su predisposición a trabajar ayudó mucho", recuerda Lara. Antes del mundial, Codina ya avisó de que no se presentaría en Oropesa como comparsa. Fue durante el campeonato de España, que se adjudicó por primera vez tras quedar subcampeona los dos años anteriores. Su triunfo ante Sabrina Vega, que le había arrebatado el título en las dos anteriores ediciones, despejó todas las dudas: Julia ya no se sentía inferior a ninguna jugadora. José Vicente Lara lo explica gráficamente: "Julia tenía una cruz con Sabrina. No le pudo ganar en los dos últimos campeonatos de España. Se derrumbaba cuando la tenía enfrente. Trabajamos en este sentido, empleando varias técnicas para reforzar su confianza. Por ejemplo, recurrimos a técnicas de visualización, en las que ella se imaginaba con los ojos cerrados una partida ante Sabrina". De esta forma, Julia aparcó sus complejos. "¡Ójala hubiera tenido yo un psicólogo cuando competía!", se lamenta Juan Anguix, promotor de la Escuela Valenciana de Ajedrez y el principal valedor de Lara. "Fui yo quien le ofrecí trabajar en la escuela. Creía que su trabajo resultaría fertil", añade. Así ha sido. Por lo menos con Codina. Otro estupendo ajedrecista valenciano, Quique Llobell, consideró que él no necesitaba las sesiones con Lara. Que no le aportaban nada. "Trabajé con él un tiempo, pero después decidió dejarlo", cuenta Lara, quien reconoce que su trabajo sólo es provechoso con la ayuda de los entrenadores: "Sin ellos no podría hacer nada". Pero el éxito de Julia Codina, Quique Llobell o María Gómez-Cabrero no ha hecho más que confirmar -además del excepcional talento de los tres- la constancia y el excelente trabajo de la Escuela Valenciana de Ajedrez. "Es evidente que sin el talento de ellos no se podría hacer nada", afirma Anguix, convencido de que en el próximo campeonato del mundo alguno de los ajedrecistas valencianos logrará medalla. Un vaticinio que también comparte la ahora intrépida Julia Codina. "El próximo año quedaré entre las tres primeras", avanza entre risas.

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