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El cese de Roy Evans acaba con la "saga de Shankly" en el Liverpool

Santiago Segurola

El Liverpool cortó ayer con su pasado y comenzó una nueva. Roy Evans, que compartía el cargo de entrenador con el francés Gerard Houllier, fue destituido por los malos resultados del equipo de Anfield en las última semanas. Houllier, contratado este verano después de su larga experiencia como director técnico de la Federación Francesa, permanecerá en solitario al frente del Liverpool.

El cese de Evans tiene un gran valor simbólico en un club muy respetuoso con las tradiciones. En los últimos 40 años todos los técnicos han estado vinculados a la figura del venerado Bill Shankly o habían jugado en los red. Houllier no cumple ninguna de estas condiciones. Su relación con Liverpool es de carácter sentimental. Hace 30 años fue profesor de francés en un instituto de la ciudad del Mersey. En aquella época se interesó por los métodos de trabajo de Shankly, el entrenador que convirtió al Liverpool en uno de los equipos más potentes del mundo.Evans es el último discípulo de Shankly y de la leyenda del Boot Room (La habitación de las botas). Las enseñanzas de Bill Shankly -el juego metódico, la elaboración paciente, el sentido tribal del club- fueron transmitidas de generación en generación en un cuartucho de Anfield. Sentados entre las botas de los jugadores, el mítico entrenador del Liverpool y sus ayudantes deliberaban sobre el fútbol alrededor de una tetera. Ningún jugador tenía permitido el acceso a aquella capilla.

A Shankly le siguió Bob Paisley, que fue sucedido por Joe Fagan. Luego llegó la época de las antiguas estrellas adiestradas en el viejo estilo del equipo, caso de Kenny Dalglish y Graeme Souness. Con Souness se produjo un cambio conceptual que afectó de manera negativa al Liverpool. El club gastó grandes cantidades de dinero en jugadores que mayoritariamente resultaron un fiasco. Los dirigentes consideraron que era el momento de volver a las raíces, de rescatar el Boot Room. Llegó la designación de Roy Evans, un hombre conectado al Liverpool desde su días como discretísimo defensa en el final de los años 60. Abandonó pronto su actividad como jugador, pero permaneció en el club. Pronto tuvo acceso al Boot Room. Se empapó del magisterio de Shankly y continuó en las divisiones inferiores. En 1994 recibió el encargo de restaurar el prestigio del Liverpool.

Durante los últimos cuatro años, Evans se ha ganado el afecto de los jugadores. En algunos momentos el equipo ha recordado al viejo Liverpool, pero no ha alcanzado éxitos relevantes, sin la consistencia necesaria para desafíar al Manchester o al Arsenal. Las últimas semanas han sido un martirio para Evans. La dirección bicéfala con Houllier no funcionaba. "No tenemos problemas de ego", dijo el técnico francés. Se llevaban bien, pero no había química. Así lo ha entendido la directiva, que ayer destituyó a Evans y terminó con el último eslabón de un pasado inolvidable.

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