La cifra de niños internados por delinquir se reduce, pero crecen los ingresos por protección
El número de menores valencianos separados de sus familias e internados durante unos meses en régimen cerrado por orden judicial se ha reducido a la mitad en los últimos dos años. En 1996 pasaron este trago 20 niños, mientras que el año pasado la cifra se redujo a 12 y en los últimos 10 meses sólo se han contabilizado ocho casos. En esta disminución tienen un papel decisivo los fiscales de menores, decididos cada vez más a reservar el castigo más severo para los delitos más graves. En cambio los ingresos de menores que requieren protección no dejan de aumentar.
Los ocho menores internados este año en régimen cerrado en el correccional de Godella han cometido "hechos muy graves o tienen una amplia carrera delictiva", según el coordinador de la fiscalía de menores de Valencia, Manuel Dolz. Dos de ellos intentaron matar a un taxista, otros tres abusaron sexualmente de unas niñas de su barrio y los tres restantes tienen, a pesar de su corta edad, una vasta experiencia en robos a punta de navaja. Dolz insiste en que ahora sólo recurren a estos encierros para enderezar las infancias más alambicadas. Para el resto de robos y travesuras, las tres fiscalías de menores de la Comunidad Valenciana apuestan por castigos en libertad. El año pasado ordenaron 688 sanciones de este tipo entre trabajos para la comunidad, amonestaciones y libertades vigiladas. Cifras muy superiores a los internamientos en régimen cerrado y semiabierto (con salidas de fines de semana y vacaciones): 46 en Alicante, 29 en Valencia y 7 en Castellón. Este descenso de internamientos por delinquir contrasta con el incremento constante de ingresos en la Colonia de Niños San Vicente Ferrer de Godella -situada junto al correccional- de niños enviados por los servicios sociales. De los 142 menores de 1996 se ha pasado a los 154 del año pasado. Los menores que necesitan protección suponen ya el 87,6% de los que estudian, duermen, comen y juegan en el Centro de Recepción de Menores de la Generalitat en Godella. Conductas antisociales ¿Realmente se trata de menores desprotegidos? Los fiscales aclaran que estos niños no son sólo víctimas de un ambiente familiar enrarecido por las drogas, los antecedentes penales y las carencias económicas u culturales. Estos niños, en opinión de Dolz, también son una fuente de problemas en sus casas. Adolescentes con conductas antisociales "que aún no han cometido hechos muy graves o no han sido sorprendidos mientras delinquían". Sólo así se entiende que muchos de menores sean internados por solicitud o con autorización de sus padres y que el año pasado protagonizaran 21 de las 25 fugas del centro de Godella. Entre los menores enviados por servicios sociales, los niños superan a las niñas en una proporción de tres a uno. "¿Desde cuándo los chicos necesitan más protección que las chicas?", se pregunta uno de los profesionales que se encarga de la reeducación de menores. Cada año se incrementa el número de niños inmigrantes, en su mayoría africanos, que recalan en el centro de acogida. En la estadística de 1997 suponen ya el 15% de los 246 menores ingresados. Acuden en busca de refugio, enterados de que allí les garantizan tres comidas al día, una cama confortable y clases de castellano hasta que sean mayores de edad. Los educadores reclaman que se creen centros específicos para ofrecer ayuda humanitaria a estos niños llegados desde África. "Este problema irá en aumento", augura el coordinador de la fiscalía de menores, "no hay vuelta de hoja, somos la puerta de entrada de África. Valencia aporta el mayor contingente de niños al centro de Godella (59), pero la cifra es mucho menor que en 1996 (83 menores). Como en años anteriores siguen siendo importantes los ingresos de niños de ciudades metropolitanas como Paterna (7) y Torrent (5), pero se ha producido un aumento de casos en Ontinyent, Sueca y Utiel, por lo que los educadores recomiendan "planes preventivos" en estos municipios. A Dolz no le sorprende que el 78% de los niños internados, que tienen una media de 14 años, hayan probado las drogas y que más de la mitad se hayan lanzado en brazos de la heroína. "Viven en ambientes marginales y buscan vías de evasión de esa realidad tan poco gratificante", comenta el fiscal. No en vano, el 40% de sus familias viven con menos de 75.000 pesetas mensuales y tienen que alimentar a una media de cuatro o cinco hijos. Además, 57 de estos niños tienen familiares que han cometido delitos, 82 cuentan con padres han caído en el alcoholismo o la drogadicción, 17 son explotados, 24 han sido abandonados y nueve tienen una madre que se prostituye. La pobreza incita a muchos menores a robar, según Dolz, "para conseguir esos productos con los que les bombardea la publicidad". Pero otras familias con la misma escasez tienen hijos modélicos. Para los educadores es decisivo el nivel cultural de los padres : el 17% de los progenitores de los niños internados son analfabetos y el 69% apenas apoyaron los codos en un pupitre.
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