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Los exiliados

DE PASADAJueves. Vélez-Málaga. En un banquito, menuda, feliz, regresada a la edad donde el nombre de María Zambrano era modelo, la profesora María Soledad Carrasco repasaba exilios en su cabeza. Carmen Calvo le condecoraba en nombre de la filósofa por los estudios de Carrasco sobre los moriscos. Su relato fue bálsamo para las lágrimas de todos los huidos: extirpados moriscos de tierras andalusíes, rojos huyendo por la carretera Málaga-Almería, marroquíes y senegaleses que bajan a beber el veneno del rechazo, Cernuda y Prados muriendo en México o republicanos bajando temblorosos del avión de regreso a morir arruinados en la España sin Franco. Carmen Calvo ensalzó a Zambrano y Carrasco y proclamó el ser mestizos como la gran cualidad de los andaluces: que ningún nacionalista convierta en categoría obligatoria la bendita mezcla. Un grupo de filósofos dialogaba: "Vaya dos mujeres, ¿se ha fijado?", "y sin papeles, sin papeles", "culta, guapa y elegante, así tiene fritos a los machistas". Ésta última apostilla se reproduce para que vea la señora Calvo que no todo es Álvarez-Colunga en foro de notables. Seguimos en la clausura del congreso de María Zambrano. Ahora, una muestra de surrealismo veleñita: el pintor vernáculo Paco Hernández instaló alrededor del busto de María Zambrano dos cuadros de los reyes de España firmados por él. Hernández, pintor favorito que fue del alcalde socialista Pedro Aparicio y ahora del presidente popular de la Diputación Luis Vázquez, es autor del mural mariano que ilumina el Centro de la Generación del 27. Es difícil entender qué pintan dos reyes alrededor de una republicana convencida. Cuando don Juan Carlos y doña Sofía se acercaron a casa de una enferma María Zambrano en 1988 por mor del premio Cervantes que se le había otorgado, ésta le dijo al monarca: "Qué buen presidente de la República hubiese sido usted". Más claro, agua. No sé si el amor de Hernández por la Zambrano es tan rotundo que le regala lo que él más quiere o si el alcalde de Vélez es también hernandista. Cuando Picasso ha sido símbolo cofrade en Málaga, Aznar cita a Alberti con el mismo cinismo con el que minimiza los crímenes de Pinochet y Ana Belén convierte su probado respeto por Lorca en una propuesta del Dunia, será que los símbolos son ya cosa de mera estética. Por qué entonces parecían tan vivos los exiliados en la voz de Soledad Carrasco. Será melancolía, niño. HÉCTOR MÁRQUEZ

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