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Tauromaquia

DE PASADAGabriel Díaz Berbel ha sido recibido en los periódicos de México como el "barón de Coubertin" de la tauromaquia. El alcalde de Granada ha regresado de Centroamérica con un mazo de recortes de prensa que lo dicen alto y claro: señor barón de Coubertin. ¡Así es la vida! Una vez que una persona acepta navegar el piélago de la política, deja de gobernar su destino y puede terminar, como un falucho a la deriva, de triunfador en una disciplina de birlibirloque. Díaz Berbel y El Juli han sido los dos triunfadores del Congreso de Ciudades Taurinas; éste por torear, aun siendo imberbe, por las normas antiguas, y aquél por haber puesto de acuerdo al montepío de peones de brega con el sindicato de monosabios, al ateneo de criadores de reses bravas con el círculo de puntilleros titulados, entre otras fantástica instituciones. ¡Qué extraña y voluble es la diplomacia! Un alcalde puede ser incapaz de someter durante tres años a su concejal de Cultura, pero, en cambio, puede unir el fragmentado planeta de los toros. Es posible que el misterio se reduzca a un asunto de vocación y que Díaz Berbel haya sido siempre, sin que hubiera ocasión para probarlo, un Coubertin de la manoletina. ¡Qué pena de tiempo gastado! ¡Qué de triunfos perdidos! ¡Cuántas orejas y vueltas al ruedo desperdiciadas! Díaz Berbel acabará a este paso inscrito en la enciclopedia de José María de Cossío. Su concejal de Cultura, Fermín Camacho, es, en cambio, vocacionalmente irónico y genéticamente contradictorio. Ayer, en el pleno, fue el que más se rió. Se reía con los labios muy apretados cuando la oposición criticaba -como él mismo hizo en su momento- el presupuesto de Cultura y se reía cuando un concejal de su grupo contrarrestaba la acidez de la oposición. Bien mirado, tenía motivos para reírse en ambos casos. Cuando el concejal socialista Antonio Cruz sugirió que más valía que el PP suprimiera el área cultural, Camacho mantuvo su enigmática sonrisa. "No les des ideas, no les des ideas", parecía pensar el concejal por la expresión chispeante de sus ojos. (Una digresión: ha nacido, junto a los ladrones de pájaros, una nueva especie de ratero: el ladrón de perfumes. La policía detuvo a Pedro Luis R. M. por intentar llevarse a las bravas un frasco de agua de colonia. Quizá quería si no salir de pobre, al menos no oler a hombre derrotado). ALEJANDRO V. GARCÍA

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