El Mallorca hizo lo justo

, El Mallorca ya está en cuartos de final de la Recopa. Cúper y su equipo pueden codearse con la elite europea y pasear con orgullo un modelo futbolístico forjado con rigor espartano. El Genk no pasó del 0-0 en el Luis Sitjar en una noche lluviosa y ambiente poco propicio para sus colores. El 1-1 en el partido de ida pesó como una losa en las piernas de los jugadores belgas y dio alas a los mallorquinistas, que volvieron a sentenciar con los mismos argumentos que emplean en la Liga: lo colectivo por encima de lo individual y una disciplina férrea en todo el campo.

El equipo de Cúper supo jugar con la tensión del marcador sobre un terreno resbaladizo y traicionero. La lluvia que cayó de forma intensa sobre la capital balear anegó todo el campo y lo dejó propicio para el equipo más acostumbrado a esa climatología. En teoría los belgas tenían que sacar tajada a su mayor experiencia en esta clase de situaciones, pero no fue así. El resultado del partido de ida y la obligación de marcar les volvió más conservadores, como si no confiaran en sus posibilidades o lo supeditaran todo a un error del rival. El Mallorca jugó con comodidad y marcó los tiempos más beneficiosos para su juego. Y todo ello a pesar de la baja importante de Stankovic, que fue sustituido por Carreras y la ausencia no se notó porque el equipo de Cúper está asentado sobre bases sólidas y un esquema (4-4-2) interpretado a la perfección juegue quien juegue.

El Mallorca pasó por encima del Genk en la primera parte. Los rojillos lo hicieron todo, menos abrir el marcador. Dani y Biagini disfrutaron de excelentes ocasiones (minutos 2 y 40), y Lauren estrelló un disparo en el larguero (minuto 42). Los belgas, que saltaron al campo reivindicando su derecho a seguir en la competición, estuvieron como aturdidos a partir del minuto 20, cuando el Mallorca tomó con descaro el mando de las acciones. Entonces el Genk quedó reducido a su más mínima expresión. Defender a ultranza como uno más de los equipos que se saben inferiores fue su principal tarea sobre el resbaladizo campo del Luis Sitjar. La obligación de marcar por el 1-1 en el partido de ida se transformó en las filas belgas en una lucha titánica por no encajar un gol. A medida que el Genk se empequeñecía, crecía el Mallorca; y al acabar los primeros 45 minutos ningún aficionado albergaba dudas de que aquello ya estaba resuelto. Hasta los 1.500 entusiastas seguidores que desplazó el Genk perdieron las ganas de animar a su equipo a medida que pasaban los minutos. Habían reservado una discoteca para celebrar la derrota o el triunfo después del partido, pero ante la pobre imagen que estaba ofreciendo su equipo algunos ya tenían ganas de marcharse a casa.

El Mallorca lo tuvo todo a su favor para sentenciar, pero le faltó claridad de ideas en los metros finales. Por ello, el equipo de Cúper tuvo que abocarse a jugar los últimos 45 minutos con la incertidumbre de saber que cualquier fallo costaba la eliminatoria. No sucedió. No marcó ningún gol, pero tampoco lo recibió. Y el valor doble del tanto que logró fuera le clasificó.