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Flores para los difuntos

Los tiempos cambian hasta para los muertos. Eso es algo que saben bien los que estos díasde recuerdo a los difuntos se dedican a la venta de flores. "Antes se vendían muchas coronas y ramos, luego pasaron a venderse sobre todo ramos y ahora lo que más piden son centros y plantas, quizá porque se conservan más", comenta Idoia Alegría, una de las propietarias de la Floristería Alegría, en el centro de Bilbao. Ella sabe bien lo que dice, su negocio lleva 40 años abierto, pero la tradición familiar es aún anterior. "Mis abuelos, en lugar de dedicarse a la ganadería, cultivaban flores en su caserío, en Basurto. Luego, mis padres pusieron esta tienda y ahora la llevamos entre los hermanos. Somos la tercera generación que se dedica a vender flores", apunta Idoia. Ella, como la mayoría de las floristerías del País Vasco, abrió ayer domingo, de 9.00 a 14.00, para satisfacer la demanda que provoca el día de Todos los Santos y su tradición de acudir a los cementerios. "Todavía compensa abrir este día, pero cada vez menos", asegura. Dice estar convencida de que llegará el día en que se acabará esta tradición. "Año tras año hemos ido viendo cómo baja el volumen de negocio. Las costumbres han cambiado mucho. Ahora se incinera a más gente, se varían los sistemas de enterramiento. Aquí vienen clientes tanto hombres como mujeres, pero de mediana edad o mayores. Apenas hay jovenes. La tradición se pierde". María Dolores, una vecina de Derio, no está de acuerdo con esta afirmación. "Todavía sigue habiendo tradición", dice tajante. Ella está comprando un precioso ramo de gladiolos y claveles blancos. "Son para un hijo de dos meses que tengo aquí, en el cementerio. Luego me voy al de Deusto, donde está mi madre", explica María Dolores. Hace 32 años que acude a llevarle flores a su bebé y reconoce que, aunque siempre intenta llevar un buen ramo, ha bajado un poco el nivel de sus gastos. El que ha adquirido este año le cuesta 2.000 pesetas. "No me duele gastar dinero en estas cosas. A mi ama le gustaban mucho los claveles rojos. Ella fue buena conmigo y ahora yo se los ofrezco", afirma. Ha comprado el ramo en uno de los puestos que jalonan la entrada al cementerio de Derio. Una hilera de flores de colores, mayormente blancas, rosas, lilas y azules se extiende ante la tapia del recinto. En este puesto, Antonio, de 26 años, está contento. "Se hace muy buen negocio. Todos los años va muy bien", asegura. Él lleva cuatro años acudiendo a Derio con la mercancía de la floristería Yedra que su familia posee en Sondika. "Sí, suben los precios, pero no los subimos nosotros, sino los mayoristas", se defiende. Más producción "Los grandes invernaderos tienen que invertir más para hacer una gran producción para este día en concreto. Luego, si no lo venden en poco tiempo, irá todo a la basura. Por eso suben los precios, pero este año menos, porque no hay dinero", explica Idoia Alegría. Ella almacena para estos días más del doble de lo que suele tener normalmente. Elvira, su madre y su cuñada también tienen un puesto frente a la puerta del cementerio de Derio. "Los que más venden son los que están más cerca de la parada del tren", aseguran. Euskotren ha habilitado la antigua estación de la localidad para esta fecha, ya que está más cerca de la entrada del camposanto. Así, el 1 de noviembre el tren para en la estación nueva y después, a pocos metros, en la antigua. Para estas mujeres el día no ha sido del todo bueno. "Mejor el sábado, aunque, en conjunto, peor que el año pasado", se quejan. El Ayuntamiento de Derio les cobra 8.400 pesetas para poner su puesto los cuatro días, desde el viernes al lunes. Ellas sólo venden flores en estas fechas. Se las compran a mayoristas, lo mismo que Miguel, del barrio bilbaíno de Begoña, un frutero que dos días al año vende flores para los difuntos. "Soy el más antiguo de Derio", asegura. "Hace más de 25 años que vengo. El negocio ha bajado muchísimo. Cada vez se llevan más un ramito pequeño. La gente de antes era más de la corona. Hay otra mentalidad. Los jóvenes no se gastan el dinero para poner flores en una tumba".

A partir de 1.000 pesetas

"En San Valentín se venden rosas rojas, sobre todo; el día de la madre, variado, y en estas fechas, clavel, gladiolo y crisantemo", afirma Antonio desde uno de los puestos del cementerio de Derio. Estos son los días tradicionales donde aumenta la venta de flores. Y también su precio en el mercado. "El precio sube porque lo hace la demanda, pero es muy poco", dice Idoia Alegría. "No hacemos negocio, que es lo que se cree mucha gente. Abrir un festivo como hoy es un servicio más a los clientes". En la mayoría de las floristerías, los claveles han subido 200 pesetas la docena, y los gladiolos, 500. Junto al camposanto, hay centros desde 2.000 pesetas, que mezclan colores blancos y lilas de una variedad de crisantemos parecida a la margarita. Se puede encontrar una docena de claveles preparados desde sólo 1.000 pesetas y centros de flores desde 1.500. Por eso muchos esperan a llegar hasta el cementerio para conseguir un ramo más apañado.

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