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Regreso al pasado

"Es una estética muy minimalista, interesante desde el punto de vista de la exposición porque en ella se pone casi todo el énfasis en las performances de tipo expresionista, y esta vertiente queda como apagada pese a que parte de los performers catalanes nos sentimos herederos de esta tradición", afirmaba el jueves por la noche el artista catalán Joan Casellas. El artista siguió atentamente cámara en ristre las cuatro performances que efectuaron los antiguos componentes del grupo Zaj en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), centro que presenta actualmente la exposición Art i acció. Unas 500 personas, en su mayoría jóvenes, asistieron al acto y, por su silencio o por sus comentarios, complementaron las acciones individuales de estos pioneros del arte de acción en España que en los años sesenta y setenta, como Zaj, compartieron protagonismo con otros grupos en la escena de la vanguardia internacional. Juan Hidalgo, con 13, fue el primero en abrir la sesión. Estaban dispuestas en fila 13 sillas plegables. Primero las fue uniendo con un cordel de dos en dos. Después cortó las cuerdas. Tuvo que hacerlo dos veces porque las tijeras, como de cocina, no funcionaban y el artista necesitó mucho tiempo para completar su acción. La tensión que provocó esta evidente mala o buena jugada del azar se dejó notar en una parte del público, una de cuyos representantes le ofreció un cuchillo que Hidalgo cortésmente rechazó. Al finalizar, Hidalgo se sentó en una de las sillas y le tocó el turno a José Luis Castillejos. Sentado en una mesa de conferenciante, con su aspecto de señor respetable, canoso y trajeado, el artista anunció que realizaría la segunda y última lectura pública de El libro de las íes, publicado en Constanza y editado efectivamente. Empezó la lectura y, en diferentes tonos y con las correspondientes pausas que exigían las páginas en blanco del libro, Castillejos fue recitando las íes. La i latina, única letra que efectivamente estaba escrita y repetida en el libro. El público, al principio silencioso, fue subiendo el tono de sus conversaciones a media lectura y, tras algunas advertencias de los más interesados, volvió a prestar atención aplaudiendo con énfasis al final. Justo en aquel momento, Walter Marchetti dio por acabada su acción Els Paral.lels, que había consistido en tumbarse al principio de la sesión en un rincón del vestíbulo del Macba. Esther Ferrer, en otro espacio, comenzó después su acción Íntimo y personal. Primero recorrió en la pared la silueta, por delante y por detrás, de un joven desnudo. Después le midió las diferentes partes del cuerpo y anotó los resultados en la pared.

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