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Master en golf

Son 66, los 66 mejores golfistas del viejo continente. Nombres como Colin Montgomery, Lee Westwood, Nick Faldo o Chema Olazabal no han faltado por segundo año consecutivo al jerezano campo de Montecastillo, un lugar que se convierte por estas fechas en centro de atención de medio mundo. Más de 300 millones de hogares en todo el planeta han estado siguiendo desde el pasado jueves, a través de la televisión, las evoluciones de los jugadores; unos 200 periodistas acreditados procedentes de países como el Reino Unido, Suecia, Italia o EE UU siguen palmo a palmo lo que ocurre en cada uno de los 18 hoyos del campo; y en juego, la final del Circuito Europeo de golf, una competición que, de momento, no ha ganado aún ningún español. Hoy se pondrá el punto final a este espectáculo, pero no será final del romance que desde hace poco más de cinco años viven Andalucía y el deporte del golf. La Ryder Cup de Valderrama, también en la provincia de Cádiz, abrió definitivamente la veda para una industria que sólo en 1997 generó un volumen de negocio en la región de 50.000 millones de pesetas. Las perspectivas son inmejorables para los 58 campos de golf andaluces que ven cómo los turistas, sobre todo los extranjeros, no dudan en dejarse los cuartos a la hora de coger unos palos y patearse las verdes praderas que sirven como terreno de juego para los golfistas. Los defensores de este deporte insisten en que no se trata de algo elitista. Se esfuerzan en borrar la imagen pija que tiene todo este circo. Lo cierto es que -sirva como anécdota- a los periodistas, por ejemplo, no les ofrecen café por las mañanas como en cualquier casa de vecino, sino champán francés. Al menos, así lo hizo a las 11.30 del pasado viernes el director de Montecastillo, Pierre Arón. Uno de los mejores escenarios para disfrutar de este deporte es, sin duda alguna, el campo de Montecastillo, que se ha transformado para albergar nuevamente el evento del Volvo Masters. En la pasada edición del torneo, hubo jugadores que se quejaron por lo fácil del recorrido. Este año las quejas se han convertido en alabanzas. No en vano, se han invertido 235 millones de pesetas (un millón de libras, aproximadamente) en plantar 2.500 árboles, arreglar las orillas de los lagos y las cunetas o someter a un concienzudo tratamiento el césped de las calles. El cambio más importante de todos ha sido el de los bunkers, donde la arena tradicional ha sido sustituida por la marmolina que se utiliza, por ejemplo, en las competiciones americanas de Augusta. Acercarse a este campo, que además es un hotel de cinco estrellas, ha sido en los últimos días un placer en todos los sentidos. Hoy, cuando caiga la tarde, conoceremos el nombre del que se proclame en Jerez como mejor jugador europeo de golf de este año. En el centro internacional de prensa, esa gran torre de Babel, los relojes de Nueva York, Hong Kong, Sidney, Londres y Montecastillo marcarán horas distintas, aunque todas con el mismo significado: hasta el año que viene.

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