"Nuestra sociedad está realmente enferma de insatisfacción"
Joaquín Araujo es, sobre todo, un incansable divulgador de la defensa de la naturaleza. Por eso fue el primer español que recibió en 1991 el premio Global 500 de la ONU, la más importante distinción honorífica mundial en materia medio ambiental. Autor de más de mil artículos, 36 libros individuales y 15 colectivos, visitó recientemente en Bilbao para alertar sobre los peligros que amenazan el mundo en el que vivimos. P. El diagnóstico sobre la situación del planeta es demoledor. ¿Qué síntomas de enfermdad destacería? R. Si hacemos un símil entre la Tierra y el cuerpo humano, existen unos procesos sorprendentemente preocupantes en lo que llamaríamos sistema circulatorio y miembros del planeta. En el caso de los pulmones, se puede hablar hasta del triple de contaminantes que hace sólo unos 20 años. Si nos referimos a la circulación de líquidos, podemos decir que la productividad de las aguas dulces del planeta ha bajado más del 50% en relación a los últimos 25 años. Si nos referimos al sustrato sólido, la carne del planeta, ha perdido una superficie importantísima de tierras productivas y de cerca del 10% de sus bosques sólo en los últimos 20 años, y el 50% en un siglo. Estamos extinguiendo especies unas cinco mil veces más deprisa que en ningún otro momento. P. ¿Hay alguna forma de equilibrar el progreso y las necesidades de consumo para evitar ese deterioro de la naturaleza? R. Sí, claro. Hay fórmulas teóricas y un puñado de ejemplos prácticos que demuestran que las cosas se puede hacer de otra forma y con el beneficio añadido de que puede compensar desde unos mínimos de conciencia individual. El saber que no estás despilfarrando unos recursos, que estás transfiriendo una tecnología a la gente que lo necesita más, incluso la condonación de la deuda del tercer mundo. Hay alternativas concretas para el transporte, para la educación, para la obtención de alimentos, para la fabricación de los bienes de consumo, y hay alternativa incluso para las relaciones de convivencia. Hay muchas recetas a disposición de la sociedad, si ésta decide hacerlo. P. Entonces. ¿Por qué no se ponen en práctica todas esas recetas? ¿Quiénes son los culpables? R. Yo hablaría de responsabilidad porque lo de culpable se asocia con la moralidad. Diría que todos somos responsables de un altísimo grado de irresponsabilidad hacia nuestro planeta y hacia nuestros semejantes. P. Se suele responsabilizar a intereses financieros, pero usted también alude a los consumidores ¿Pueden realmente frenar el deterioro medioambiental consumiendo menos o mejor? R. Claro. Los consumidores están absolutamente habilitados para ser los verdaderos árbritos de la cuestión. El consumidor es casi siempre un sujeto pasivo, así que, si se recupera una parte de la pasividad, se puede convertir en un verdadero protagonista del ejercicio de las libres opciones. Hay que entender que hay una sincronía milimétricamente demostrada por la ciencia entre la salud del planeta y la salud de la sociedad. P. Así que, la sociedad está también muy enferma. R. Fundamentalmente, enferma desde el punto de vista del equilibrio psicológico. La peor enfermedad mental es la de no saciarnos con nada, y nuestra sociedad está enferma de insatisfacción con lo que tiene. Y la paradoja es que tiene casi todo, como no lo ha tenido ninguna generación anterior. Esa perentoria necesidad de cada vez más, y más grande y más rápido y más falsamente atractivo! La vida es un fenómeno fascinante, pero que no tiene nada que ver con la capacidad de acaparamiento insaciable. Nuestra generación ha consumido tanto como todas las generaciones precedentes. P. En este panorama tan desolador, si no se da a tiempo un giro radical, ¿será el futuro tan aciago como parece adivinarse? R. Creo que no. Yo estoy convencido de que vamos a rectificar, de que en la historia de las ideas no ha habido ninguna que haya avanzado a mayor velocidad que el espíritu de enterarnos de lo que estamos haciendo con el planeta. Estoy convencido de que vamos a tocar fondo muy pronto. Hay varios síntomas. Incluso el sistema de relaciones, sobre todo en el mundo financiero, parece que ya da claros estertores y que, por tanto, vamos a tener muy pronto la capacidad de enmendar la ruta, así como de ser capaces de llegar a tiempo, aunque para muchas especies de animales y plantas ya sea demasiado tarde. Creo que lo vamos a remediar claramente. P. En la crisis medioambiental usted alude continuamente al papel que juega el sector financiero en su ocultación de las verdaderas fuentes de riqueza. R. El sector económico, como todo el mundo sabe, se basa en una parcialidad y ocultación extraordinariamente improcedente de lo que produce la auténtica riqueza. En este planeta, toda la riqueza procede de unos recursos que son anteriores a nuestra presencia en el planeta. Lo que todavía no hemos hecho es dar el valor a la primerísima de las condiciones de la economía, que es nuestra propia vida. Si estamos vivos es por procesos ecológicos a los que no damos valor. Hasta la circulación de la sangre es un proceso ecológico que no tiene valor en el mercado. La respiración es un proceso ambiental que no tiene valoración. Ni siquiera el aire y la tierra. Cuando la economía empiece a considerar de dónde le viene la riqueza, ya se encargará de cuidar el origen de la riqueza. Toda la riqueza tiene el mismo origen: que en un momento dado pudo haber vida. Y lo que nos estamos cargando son las bases, los fundamentos y los sostenes de esa vida. Por lo tanto, mucha riqueza para mucha pobreza ambiental. Cuanta más riqueza material hay, se da la circunstancia de que existe más pobreza ambiental. Tenemos que intentar que se compense.
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