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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Injusto

Una vez más se demuestra que los futbolistas estamos a merced de opiniones y comentarios que perjudican la imagen de un profesional, pero, ante todo y sobre todo, de una persona. El pasado martes 20 de octubre se dijo que yo no tenía ilusión por el partido de Sofía, que me daba igual, ya que era un mero trámite, que me molestaba salir del anonimato en el cual estaba inmerso. Eso es injusto e incierto. Lo que he hecho deportivamente ahí está, sin necesidad de calificarlo demasiado. Allá por donde he pasado he sabido soportar responsabilidades sin grandes problemas. Lamento que mi seriedad y, si se quiere, mi introversión, se pueda traducir como que soy una persona lateral. Quien no me conozca habrá pensado y pensará que soy un tipo frío, desagradable, que está en el fútbol a la fuerza y que le da lo mismo jugar que estar en el banquillo. Eso es lo que sí realmente me da pena. A mí me gusta este deporte y creo que tiene muchas cosas buenas, pero una de las peores es la indefensión que sufrimos. El futbolista, el que gana mucho, el que gana poco y el que mantiene su casa jugando al balón, es, sobre todo, una persona, y eso se ha olvidado desde hace mucho tiempo.La prensa tiene un arma muy seria y se debe emplear con el mayor rigor. Jamás me he sobresaltado por una crítica deportiva. Lo que no puedo permitir es una ataque gratuito a la dignidad. No creo que eso tenga que ver con la información deportiva.

Si esta carta sirve de algo, espero que sea para que entre la prensa y los jugadores empiece a trazarse una línea de respeto en la que manden los criterios profesionales. El trabajo de la prensa siempre me ha merecido un gran respeto; me gustaría que el nuestro fuera tratado al menos igual. No somos cromos ni dibujos animados que salen en la tele, ni fotos fijas que no sienten; somos seres humanos y tenemos derecho a reír y estar serios sin que se interpreten desde lejos nuestros gestos. El hecho de que no contestemos siempre no significa que no sintamos o que seamos tontos, sencillamente sabemos que estamos en desventaja. Eso es así de crudo.-

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