Unas 1.500 personas aclaman a Isabel Pantoja en la presentación de su disco

Isabel Pantoja no había salido todavía de Madrid cuando, a 542 kilómetros, en Sevilla, sus admiradores ya tomaban posiciones, temerosos de quedarse atrás en tan esperado acontecimiento. La tonadillera sevillana firmó ayer, en un escenario en la plaza de El Corte Inglés de Nervión, su último disco, un trabajo que ha bautizado con su nombre y que presentó hace dos días en Madrid. Unas 1.500 personas rodearon a la cantante y no faltaron los grititos similares a los que dan las adolescentes en los conciertos de rock.

La cita era a las seis de tarde, pero a las dos del mediodía, cuando todavía estaban montando el escenario, como el podium de los Reyes Magos, comenzaron a llegar los primeros seguidores de Isabel Pantoja. Ella, con un vestido de punto burdeos y cargada de cadenas doradas, interrumpía cada pocos minutos su tarea de dedicar compactos para, sonriente, saludar a su querido público. "De ella me gusta todo, cómo canta y cómo baila. Me gusta su sinceridad y su manera de ser y de expresarse. Tiene mucho arte", senteció Antonia Flores, una vecina de La Algaba (Sevilla), de 59 años, que estaba en primera fila con su hija y su nieta. Toda la saga familiar se declaró admiradora de la cantante, hasta la más pequeña. Lo que a algunos de los congregados no le pareció tan enternecedor fue el paso por el escenario de un chico disminuido físico. "Qué bien le viene un niño malito para darle un abrazo, qué poca vergüenza", decía una señora mayor que vio demasiado forzado el celo de los organizadores para que el chaval subiera al escenario. Pantoja, que en este disco, editado por la compañía PolyGram, se atreve hasta con boleros, tiene fans de todas las edades. Carmen Cabrera, de 14 años, se apostó en un buen lugar a las cuatro de la tarde con sus tres hermanos. Entre todos elos han invertido la paga de una semana, 500 pesetas, y se han comprado el nuevo disco de Isabel. "A mí me gusta desde siempre por la voz y por el arte que tiene moviéndose. Me gusta desde que tenía 11 años", confiesa Carmen, para quien tres años son, por ahora, toda una eternidad.