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FÚTBOL PRIMERA DIVISIÓN

La solución tampoco era Víctor

Oro en la banda izquierda, barro en la derecha. Así se resume el Madrid del presente curso. Repleto de zurdos -Roberto Carlos, Jarni, Savio, Raúl...- y sin un interior que tirarse a la boca para correr por el callejón del ocho. El Madrid ha sangrado por ese lado con todas la variantes intentadas: Raúl pierde zona porque no es la suya; Karembeu no tiene el talento que reclama un equipo del nivel del Madrid, y Seedorf, el que asumió el puesto ayer, el más dotado aparentemente, juega a disgusto por el costado.Tal es el problema, que la gente ya mira con retrospectiva: si no hay nadie para esa posición, ¿por qué el Madrid prescindió de Víctor?

La visita del Racing al Bernabéu era una buena ocasión para medir las prestaciones del centrocampista, para imaginarse si realmente tenía sitio en este equipo o no. Pero Víctor no se reivindicó. Fue la suya una actuación completamente intrascendente. Sin peso defensivo, trabajo a partir del cual el Racing construyó toda su estrategia. Y sin presencia ofensiva, faceta en la que los cántabros se encomendaron en exclusiva a Munitis.

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El Madrid se deja sorprender al final

Las estadísticas del centrocampista confirmaban su actuación vacía: ningún desborde, dos pérdidas de balón, tres centros bien y tres mal, todos de trámite, una falta a favor y otra en contra. Y un remate manso, tras un regalo de Roberto Carlos, que ajustó a las manos de Illgner. Nada.

Yosu retiró a Víctor a la hora de juego para dar entrada a Bestchasnykh. El estadio entero le dedicó una estruendosa ovación. "Me siento muy orgulloso de la respuesta del público. Eso significa que la gente se acuerda de mí, de mi trabajo del año pasado", explicó el jugador, que tras el partido acudió al vestuario a saludar a los que fueron sus compañeros.

El futbolista evitó entrar en polémica con el entrenador que propició su salida del club blanco: "A Hiddink no le he visto, pero si me encontrara con él no habría ningún problema".

El Madrid carece de banda derecha, pero, al menos por lo que se vio ayer, la solución no estaba casa. Tampoco era Víctor.

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