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Comienza el juicio contra el supuesto asesino de tres comerciantes en Sevilla

La Audiencia de Sevilla juzga a partir de hoy al supuesto autor del asesinato de tres comerciantes y de un secuestro en 1996, Juan Luis Roa. La fiscalía pide un total de 70 años de cárcel y otros tantos millones de pesetas entre indemnizaciones y multas. El supuesto asesino múltiple cometió los delitos por los que ahora se le juzga mientras disfrutaba del tercer grado penitenciario. Roa tenía varias condenas pendientes por estafa, robo con violencia y robo con intimidación. Estas condenas finalizaban en el 2000, aunque su buen comportamiento y su dedicación a los talleres de la prisión le permitieron obtener, en dos años, una redención extraordinaria, el tercer grado y numerosos permisos carcelarios. Aprovechando las facilidades para salir a la calle, Roa preparó sus asaltos. El 27 de diciembre de 1995, el acusado le reventó la cabeza a golpes al empleado de una tienda de electrodomésticos del Polígono Store y robó casi 700.000 pesetas. El muerto estaba casado y tenía un hijo de 11 años. Tres meses más tarde, Roa entró en una tienda de bricolaje de la calle Termes e intentó convencer a uno de sus empleados, con el que había trabajado en el pasado, para atracar la tienda y repartirse el botín. Tras la negativa de éste, Roa le apuñaló en 15 ocasiones y le golpeó en la cabeza con un tubo de metal, tras lo que salió corriendo con 500.000 pesetas de la caja del establecimiento y la cartera del hombre que acababa de asesinar. Navajazo En agosto de 1996, Roa asesinó de un navajazo en el corazón al empleado de una tienda de lámparas de Menéndez Pelayo y robó 70.000 pesetas. Durante este tiempo, Roa pasaba el día fuera de la cárcel al tener permiso y un contrato de trabajo. El caso más espectacular de los que se le imputan a Roa tuvo lugar en Dos Hermanas y no hubo víctimas mortales. El acusado siguió los pasos del director de una sucursal de la Caja San Fernando y se fijó como objetivo el secuestro de su hija de cinco años. El 1 de diciembre de 1995, Roa retuvo a la niña y a la asistenta que la cuidaba en la casa de Sevilla Este. Posteriormente, llamó a la sucursal bancaria y exigió 15 millones de pesetas. Tras una tensa negociación en la que padre e hija llegaron a intercambiar unas palabras por teléfono, el secuestrador llegó a conformarse con una décima parte de lo exigido y se acordó la entrega del rescate en una gasolinera del Polígono El Pino. La Policía le detuvo poco después. Las autoridades aseguraron en su momento que estaban tras la pista de Roa hacía ya bastante tiempo. Sin embargo, en diciembre de 1995, el acusado fue detenido a la salida de una joyería, después de que el propietario avisara a la Policía alarmado por la conducta del mismo. En aquel momento se le intervino un cuchillo y unos guantes y se le puso en libertad. La Fiscalía ha pedido que se busquen pruebas periciales a toda costa, ya que tan sólo se cuenta con su confesión. Algunos detalles de la misma no cuadran con la visión de los policías. Por ejemplo, no se creen que en el primero de los crímenes actuara acompañado, según dice Roa.

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