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La nación, Azorín y el bachillerato

Mañana, domingo, los ciudadanos de Euskadi acudirán a las urnas para elegir sus representantes en el Parlamento vasco. Ayer acabó la campaña electoral. Hoy es el día de reflexión. Los vascos han de dedicar este sábado a reflexionar. A reflexionar sobre todos los mensajes que a lo largo de la campaña les han mandado los políticos. Y en función de esa reflexión decidir su voto. Entonces resulta que esta campaña se ha caracterizado por un enfrentamiento, por una bipolarización, entre españolistas y nacionalistas vascos. Supongo que en esta descripción nos entendemos. El ataque contra los nacionalistas ha sido, no sólo virulento sino, en ocasiones, esperpéntico. No podía ser de otra manera tal y como están las cosas. He aquí, pues, que aparecen un día por Euskadi los señores Rodríguez Ibarra, Bono y Chaves, presidentes socialistas de Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía. Vienen a "echarle una mano" a su correligionario Nicolás Redondo Terreros, candidato a lehendakari por el PSOE. Y no se les ocurre otra cosa que avisar a los vascos "que Euskadi no podrá decidir nada sin contar con ellos tres". Porque "nada será posible en contra de Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía". Las elecciones de mañana son para que los vascos elijan su Parlamento. Y uno se pregunta: ¿por qué demonios los vascos iban a elegir un Parlamento para ir en contra de Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía? Luego aterriza en Euskadi don Alfonso Guerra y se despacha con esta ecuación: nacionalismo es igual a racismo. Y se pregunta si lo que busca Arzallus "es marcar con una estrella amarilla en el pecho a los ciudadanos de otras comunidades que viven en el País Vasco", aludiendo a las persecuciones de los judíos por los nazis. Hombre, aquí en Valencia, sin ir más lejos, tenemos algunos "arzallusitos" y alguna "arzallusita" que, no a los ciudadanos de otras comunidades que viven en el País Valenciano, sino a valencianos de origen, nacidos en esta tierra y que han vivido y viven preocupados por la misma y su pueblo, les han marcado "con una estrella amarilla", por ser "catalanistas", que equivale a llamarles "traidores", "renegados", etcétera, etcétera. Es decir, que no es preciso que el señor Guerra se vaya a buscar a los nacionalistas para inventarse sujetos de esta catadura. Dése una vuelta por estas tierras. Aquí los tenemos de carne y hueso. Y es que esto del nacionalismo, ya lo he dicho en otras ocasiones, les pone de los nervios. A unos y a otros, a la izquierda y a la derecha. Incluso el mismo Vargas Llosa decía no hace mucho, en una conferencia pronunciada en Madrid: "El nacionalismo tiene una entraña irracional y debido a ello deriva con facilidad hacia prácticas violentas... Si es coherente y lleva a sus últimas consecuencias los principios que constituyen su razón de ser, todo nacionalismo desemboca en prácticas intolerantes y discriminatorias y en un abierto o solapado racismo". ¡Vaya por Dios! Cuando Pujol dijo que Cataluña es una nación y España no lo es, se organizó la gran polvareda. Era lógico. A no pocos se les caía encima el sombrajo de sus conocimientos aprendidos en el bachillerato e, incluso en instancias educativas superiores. Incluso "intelectuales de postín" pusieron el grito en el cielo. Luego resulta que, como recuerda Josep Melià en su "Informe sobre la Lengua Catalana", lo que ha dicho recientemente el presidente de Cataluña ya lo había escrito Azorín, hace muchos años, nada menos que en las páginas del ABC: "No se puede confundir e identificar el Estado y la nación. En España existe un Estado y hay varias naciones". Son palabras ¡de Azorín! Y nadie se rasgó las vestiduras cuando las publicó en ABC. Pero ahora son otros tiempos. Don Francisco Umbral, esta gloria del pensamiento español, dijo a raíz de las palabras de Pujol: "Como Aznar necesita esos quince votos, cuando Pujol pide transferencia le metemos transferencia, aunque tengamos que quitarles el pan a nuestros hijos". O sea, que éste es el pensamiento que los "intelectuales" tipo Umbral transmiten a sus lectores. Pujol se lleva "el pan de nuestros hijos" y los pobrecitos pasan hambre. O esto otro que acaba de decir el que fue portavoz del Gobierno de Aznar y consejero áulico del presidente: "Pujol dice sandeces cuando afirma que España no es una nación. Si fuese todavía portavoz de Gobierno me hubiese reído a carcajadas al comentar estas palabras. Les ha molestado habitualmente a los de enfrente que me riera, pero cuando se dicen sandeces hay que reírse". Pues muy bien. A reírse tocan. A reírse, entre otros de Azorín, sin ir más lejos. En fin, que mañana los ciudadanos vascos eligen a sus representantes en el Parlamento de Euskadi. Vamos a ver los resultados y cómo queda la correlación de fuerzas políticas en la cámara. En cualquier caso, los resultados, sean los que sean, van a dar mucho que hablar. Y si la mayoría es nacionalista, como así parece, vamos a oír y leer cosas divertidas. Están en plena esquizofrenia. ¡Qué le vamos a hacer!.

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