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FÚTBOL LIGA DE CAMPEONES

Una revolución en crisis

Van Gaal no ha dado con un equipo con garantías tras la purga en el Camp Nou

No hay vuelta de hoja: el Barça empieza a estar con el agua al cuello. Louis Van Gaal, técnico azulgrana, emprendió el curso pasado una revolución en el vestuario que va por mal camino. El holandés se escuda en la mala suerte, pero los resultados no mienten: el Barça ha ganado únicamente este año tres de los 11 partidos que ha disputado. Y sólo fue capaz de vencer al Extremadura (por la mínima), al Brondby danés (una victoria empobrecida tras el humillante 2-6 que el Manchester le endosó anteayer) y en Mestalla. Dice Van Gaal que tiene tiempo de rectificar en la Liga, pero Europa empieza a quitárselo. La derrota en Munich, ante el Bayern, que fácilmente pudo acabar en una goleada de escándalo, ha encarecido su pasaporte a cuartos. Perdido el liderato de su grupo, el Barça, a un punto de los ingleses, tiene algo a su favor: depende de sí mismo para llegar a primavera en la Liga de Campeones, la auténtica obsesión -la final se disputará en el Camp Nou- en el año del Centenario. Pero para seguir con vida y no perder la esperanza de alcanzar esa final, el Barça deberá derrotar en casa al Bayern y al Manchester, sus dos próximos rivales. No se antoja una empresa fácil cuando este año el Camp Nou no ha sido precisamente un hogar feliz. De los cinco encuentros en casa, el Barça sólo ha ganado en dos (Extremadura y Brondby), perdió ante el Mallorca en la Supercopa y empató ante el Celta y Salamanca).

Son estos otros tiempos. Van Gaal realizó una purga en junio (se fueron Amor, Iván de la Peña , Ferrer, Pizzi..) y dejó una grada desencantada. Y un grupo sin alma. El técnico aumentó la nómina de holandeses -"Cuando se juegue bien y se de espectáculo nadie se acordará de esto", dijo- y empieza a ser prisionero de sus propias palabras. No deja, además, de tener problemas con los brasileños. Rivaldo ya no parece el mismo. No marca goles ni tira penaltis. Y con la purga se fue Amor y con él la autocrítica, la reflexión y el modelo de los canteranos. "¿Que qué nos falta?", se preguntó Figo, el capitán. "Sólo marcar goles". Aquí casi nadie habla de errores. "Tuvimos buena mentalidad tras el descanso. Tal vez tuvimos un poco de mala suerte", insistió Van Gaal para estupefacción de muchos que se percataron de que el Bayern, sólo en la primera parte, tuvo ocho ocasiones. Pero la alusión a la poca fortuna no es noticia. Dijo lo mismo el sábado.

Los problemas del Barça están tanto atrás como delante: los azulgrana sobrevivieron en la Liga el año pasado por su extraordinaria eficacia ante puerta. Sólo en la Liga sumaban 16 goles. Y ahora, pese a Kluivert, pese a un Anderson en forma, sólo 9. Pero el drama sigue estando atrás. Van Gaal sabe que su sistema es muy arriesgado y que requiere una sólida defensa. Y si los goles no llegan -el Barça cuajó una buena media hora ante el Salamnca- los partidos se convierten en calvarios.

Obsesionado con la llegada de Frank de Boer, Van Gaal pospuso la construcción de su defensa. Tanto, que fichó a Pellegrino para la Liga sin tiempo material de. -al igual que Kluivert- inscribirlo en la competición continental. En los tres partidos de la Liga de Campeones, Van Gaal ha alineado tres zagas distintas. La de Munich fue el último invento. Reiziger jugó de central -ya dijo que no sabe actuar en ese puesto- y Cocu, un centrocampista, pasó otra vez al lateral, pese a que un error suyo propicio el empate del Salamanca. Nadal se quedó en el banquillo.

"Si perdemos ante el Bayern, no pasa nada. Los goles, llegarán. Necesito la confianza de la afición, los periodistas y de los jugadores", dijo Van Gaal antes del partido. "Sé que la gente de Barcelona quiere esta copa", admitió por primera vez tras perder. El Barça hizo el ridículo hace un año en Europa y Van Gaal sabe que ahora no habrá perdón. Le esperan dos partidos endemoniados. Y, para empezar, el domingo, como aperitivo, el derby.

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