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Ramon Solsona reivindica el humor político al presentar la novela "DG"

En Cataluña no se practica el humor comprometido, no hay sátira social ni mucho menos política; "se perdona mucho la vida a la vida pública". Así opina Ramon Solsona (Barcelona, 1950), quien ayer presentó su tercera novela, DG, que acaba de publicar Quaderns Crema. El autor trata de cubrir un poco ese vacío con un retrato -"próximo a la astracanada y al esperpento"- de la sociedad y la clase política catalana. "He querido pasar revista crítica, mordaz, a mis contemporáneos"

Solsona afirma que la falta de humor comprometido no se da sólo en la literatura sino también en la televisión y en el resto de manifestaciones culturales. "Aquí es como si no nos creyéramos que tenemos autogobierno, porque siempre que se hace sátira se hace de Madrid". Convencido de que "no hay nada sagrado", de que uno puede burlarse de cualquier cosa, ha querido reírse "del sistema de gobierno, carencias y vicios de Cataluña", en un tono "de farsa y parodia deliberadamente muy subido", que tardó mucho en conseguir. Para urdir este plan burlesco y humorístico, Solsona se ha servido de una supuesta estudiante norteamericana que, en su tesis, analiza una obra atribuida nada menos que a Ramon Muntaner. En el supuesto libro de Muntaner, éste, en un catalán medieval, narra la historia de Maruja Ruiz permitiéndose ciertos juicios y comparaciones entre su época y la actual. Maruja Ruiz, la protagonista de DG, es una inmigrante ama de casa obsesionada por la limpieza que, por avatares del destino -encarnado en el celo y la sinrazón de diversos dirigentes políticos-, acaba convertida en directora general de Felicitats Diverses del Departamento de Felicitats Socials de la Generalitat. De la mano de esta mujer, la DG del título, Solsona peregrina por los vericuetos del funcionariado catalán, desvela los hábitos, aficiones y ambiciones menos confesables de sus integrantes y traza un perfil caricaturesco de la lógica de funcionamiento de los partidos políticos. Maruja Ruiz le servirá también al autor para reproducir, casi con fidelidad antropológica, el lenguaje característico de algunos castellanohablantes que residen en Cataluña, quienes utilizan un castellano preñado de palabras y expresiones catalanas e invierten el proceso cuando utilizan el catalán. "Si Maruja Ruiz no dijera cosas como la madre que os cagó a todos no podía imaginarme el personaje. Ella no dice nada que yo no haya escuchado en situaciones reales", asegura el autor. Según defiende Solsona, los personajes centrales del libro son arquetípicos y no tienen su correlativo en la realidad. "No es un roman à clefs", sostiene el autor. En la novela aparecen citados con su nombre diversos protagonistas de la vida política y cultural catalana, desde Jordi Pujol y su esposa, Marta Ferrussola, y el dirigente de Unió Democràtica, Josep Antoni Duran i Lleida, pasando por el cardenal Ricard Maria Carles. Ellos son los protagonistas de las notas a pie de página de la estudiante americana, que los contextualiza sin mucho tino pero con resultados cómicos. Pese a estas referencias reales, Solsona defiende el valor literario de la novela, más allá del que pueda tener como retrato del aquí y ahora de Cataluña. "Creo que la actualidad del libro no impide que se pueda leer en otro lugar o dentro de 50 años", afirma; y espera que los lectores hagan realidad el objetivo que él se marcó al escribir la novela: "No me basta con hacer sonreír al lector, quiero que se ría".

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