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Entrevista:

"En sanidad hace falta un pacto de solidaridad entre todos los sectores"

Milagros Pérez Oliva

Pregunta. La primera es una cuestión obligada: ¿qué hace un ingeniero naval pilotando el Servicio Catalán de la Salud? Respuesta. Estoy seguro de que el consejero no pensó en mí porque fuera consejero naval, sino por el hecho de que llevo casi 14 años en el sector, lo conozco y creo que he hecho algo en él. Yo siempre digo que es bueno que haya un ingeniero naval porque nuestra especialidad es conseguir que las cosas floten. P. A eso iba. Realmente, ¿es tan crítica la situación financiera en el SCS como dice la oposición? R. El sector sanitario se encuentra en un momento difícil, pero tiene los problemas que le corresponden, como cualquier otro sector. Pero éste es un sector eficiente, que está bien gestionado y que tiene determinados problemas, como cualquier otro. P. ¿Y cuáles son esos problemas? R. Básicamente, que faltan recursos. Evidentemente hay aún ineficiencias y hay que intentar optimizar los recursos, pero ése no es el problema principal. En todo sector y toda organización hay un límite de ineficiencia que no compensa eliminarla, porque es más costoso intentar eliminarla que mantenerla. Yo no digo que estemos aún en esta situación, porque tenemos aún un nivel de ineficiencia corregible, pero no es más alto que el que puedan tener otros sectores muy eficientes. P. De acuerdo en que hay una insuficiencia financiera. Pero ¿hasta qué punto todo el agujero que hay en Sanidad es consecuencia de esas insuficiencia? ¿Hasta qué punto el modelo catalán es más caro? R. Eso se puede enfocar de muy diversas formas. Al papel y al lápiz se le puede hacer decir todo. En Cataluña tenemos un modelo reconocido como bueno y con el que el ciudadano está satisfecho. Y lo que gastamos con ese modelo, respecto al PIB catalán, no llega al 5%. En el conjunto de España es del 6%. Aquí lo que ocurre es que hay una asignación de recursos que no tiene en cuenta las diferencias entre las autonomías, y ése podría ser un elemento que considerar. P. Coincide con el consejero Rius cuando afirma que Cataluña, por ser más rica, genera más demanda sanitaria. R. Lo que está claro es que tenemos una demanda que objetivamente es más alta que en el resto de España. Realizamos más actividad asistencial y eso cuesta más. P. Y ese diferencial, ¿quién lo tiene que pagar? R. Yo lo que sé es que faltan recursos, pero no tengo que entrar en consideraciones sobre de dónde deben salir. P. Hay quien afirma que el desfase presupuestario crónico está comenzando a comprometer la calidad asistencial, ¿es así? R. Que yo sepa, lo que los hospitales concertados reclaman, por lo que ha planteado el Consorcio Hospitalario, es una cifra del orden de los 6.000 millones de pesetas. Sobre un presupuesto de 650.000 millones, esa cantidad no puede ser un problema. Incluso en el caso de que el ICS planteara que necesita más recursos para reposición e inversión, no sería una cifra muy superior. Por tanto, centremos bien el problema. ¿Si hiciera falta un 30% o un 50% de recursos adicionales, entonces sí que podríamos hablar de una situación de crisis, pero no es ése el caso. P. Pero esos 6.000 millones sólo es la cifra que los hospitales reclaman para poder salir del paso, no para rescatar la enorme deuda que tienen contraída. Le recuerdo que sólo los hospitales concertados deben a Hacienda y la Seguridad Social 96.000 millones de pesetas y que el consejero de Economía reconoció el año pasado un déficit acumulado en el Servicio Catalán de la Salud de 288.000 millones. Por cierto, ¿a cuánto asciende la carga financiera que se paga cada año? R. No se lo puedo decir porque eso lo lleva el Departamento de Economía y Finanzas. Pero prescindamos de que estamos hablando de sanidad. En cualquier sector, hablar de un diferencial de un punto sobre el PIB no es ningún drama. Hemos de luchar por ese punto, naturalmente, pero no con dramatismo. A mí lo que me gustaría transmitir es ilusión y esperanza. Porque el punto de partida no es catastrófico. Es ilusionante, aunque reconozco que tenemos determinados problemas que hemos de resolver. P. Usted era hasta ahora representante de los hospitales concertados y ahora se sienta al otro lado de la mesa negociadora. ¿Como lo ve desde la nueva perspectiva? R. Efectivamente, estaba en el otro lado de la mesa y decía que se tenían que hacer determinadas cosas y que urgían determinadas soluciones. Antes que nada procuraré ser coherente conmigo mismo, porque difícilmente se me aparecerá el Espíritu Santo para decir que estaba equivocado. Sigo diciendo que se deben buscar soluciones a los problemas. Lo que ocurre es que los problemas no suelen estar focalizados en una sola causa. P. Entiendo que lleva poco en el cargo, pero mójese un poco más y explique por dónde cree que debe comenzar a solucionar problemas. R. Creo que la prioridad es conseguir un incremento de recursos y aplicar después una racionalización tanto en los recursos que se incrementen como en los que ya tenemos. Eso puede implicar determinadas redistribuciones. Creo que lo que necesitamos es un escenario a medio plazo, escenario que intentaremos consensuar entre los diferentes interlocutores. Lo que no puede ser es que en octubre de 1998 estemos decidiendo qué nos ha de pasar este año, cuando ya han pasado nueve meses. . Insisto, hemos de intentar por todos los medios que en octubre de 1999 no estemos discutiendo las tarifas de ese año. Se trata de establecer un escenario consensuado entre los diferentes interlocutores y lo único que habría que hacer cada año es ajustarlo. P. Una de las medidas que se planteaban como urgentes desde el sector concertado, en el que usted estaba hasta hace unas semanas, era la reconversión de camas hospitalarias. Ustedes reclamaban que se corrigiera la concentración de camas en Barcelona. ¿Cómo lo ve ahora? R. Éste es un tema que se ha de plantear en el conjunto de medidas que adoptar. Se ha de hacer un análisis a fondo, y no va a resultar fácil. Porque ¿conoce usted algún hospital que esté infrautilizado, que no tenga listas de espera? P. Pero sí que hay hospitales preparados para hacer operaciones a corazón abierto que de lo que más operan es de hernia. R. Para corregir esas disfunciones está precisamente el nuevo sistema de pagos que se acaba de implantar. Estoy de acuerdo en que éste es uno de los ámbitos en que podemos optimizar recursos. P. La palabra reconversión no le gusta. R. No, porque yo vengo de un sector, el de los astilleros, en el que se ha hecho una reconversión muy dura. Pero en sanidad la situación es muy diferente. Yo creo en la evolución y el desarrollo. Lo más importante de un cambio es encontrar la velocidad adecuada. Si no la alcanzas, te paras, y si corres demasiado, puedes estrellarte. También hay una cosa curiosa para meditar: cuando la gente habla de necesidades de reconversión, suelen ver esas necesidades sólo en los demás. Por tanto, pongámonos de acuerdo todos, fijemos un objetivo final y veamos cómo hemos de llegar a él. Creo que en el objetivo final nos pondremos rápidamente de acuerdo. Quizá la forma de llegar a él la discutiremos algo más. P. Pero hay algunos cambios en los que no sólo no se consigue la velocidad adecuada, sino que no se avanza nada. ¿Sigue encallada la reforma del ICS? R. No le puedo decir si está encallada o no. Lo que sí le puedo decir es que se debe hacer y por tanto se hará, pero no es un asunto del Servicio Catalán de la Salud. Por otra parte, el que no se haya aprobado el decreto de reforma no quiere decir que no se haga nada en los hospitales del ICS. Éste es otro aspecto que debe englobarse en un planteamiento de conjunto. Aquí hace falta un pacto de solidaridad entre todos los sectores implicados: los usuarios, las instituciones, las organizaciones y las administraciones públicas. Todos y cada uno de estos sectores tienen unos intereses legítimos. Para mí el pacto tiene dos vertientes. Primero, encontrar entre todos estos objetivos los que son comunes, la intersección de objetivos comunes en los que todos estamos de acuerdo. En segundo lugar, hay otros intereses y objetivos de cada uno de los sectores, que son lícitos pero no son compartidos por los demás. Aquí, el pacto de solidaridad consiste en entender, respetar e incluso defender los objetivos de los otros interlocutores. En la medida que lo consigamos, pienso que tendremos mucho que ganar.

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