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"Ser español en el País Vasco es casi una manera clandestina de vivir"

Progresismo, alavesismo y constitucionalismo. El secretario general de Unidad Alavesa (UA), Pablo Mosquera (Lugo, 1947), trata de frenar la construcción de un Estado Nacional Vasco con estos tres principios. Ha resucitado el foralismo -los derechos históricos que asisten a las provincias vascas-, se ha convertido en el martillo del nacionalismo y ahora quiere la segregación de Álava de Euskadi. En 1990 fundó UA junto a un grupo de políticos procedentes, en su mayor parte de Alianza Popular, para combatir el avance del "nacionalismo colonizador". Se presenta al puesto de lehendakari del País Vasco cuando en realidad su aspiración no es esa. El verdadero deseo de Mosquera es ser lehendakari de Álava, es decir, diputado general de un territorio que sea como Navarra: uniprovincial y foral .Pregunta. ¿Considera que el país se halla ante una etapa constituyente? Respuesta. Creo que el pueblo vasco no se plantea la vigencia de la Constitución. Estamos ante un debate ficticio, de esos que organizan algunos partidos políticos a su imagen y semejanza y en su propio beneficio. Es algo perverso. Indica una vez más que los intereses partidarios se ponen por encima de los intereses de los ciudadanos.

P. ¿Y a los ciudadanos qué les interesa?

R. Pues que se resuelva el problema del paro, la insuficiencia de las pensiones, el acceso a la vivienda. Lo que se llama las conquistas del estado de bienestar. Frente a esto, de repente el nacionalismo aprovecha la coyuntura para plantear la apertura de un proceso constituyente. Y UA defiende por encima de todo la Constitución española y que ser español en el País Vasco no sea una manera clandestina de vivir, tal y como lo ha sido y casi lo sigue siendo. Pero si los nacionalistas se empeñan en abrir un proceso constituyente, UA plantea algo que al nacionalismo le duele en el alma: que Álava sea como Navarra, es decir que los alaveses decidan en una consulta si se separan de Euskadi porque sólo sufren saqueos y confiscaciones por parte del Gobierno vasco.

P. Y siendo UA constitucionalista, ¿esa consulta no supone una reforma de la Constitución?

R. En todo caso lo que implica es una reforma del Estatuto de Gernika. UA cabe en la Constitución, donde no cabe es en el país de Arzalluz. La Constitución es la que da lugar a los estatutos. Por lo tanto, si se abre un proceso constituyente todos los estatutos vuelven a ponerse en entredicho. Con lo cual se daría la paradoja de que todo el poder concentrado en el Estatuto de Gernika, que hace que Euskadi sea la región de Europa con más competencias, a lo mejor se reduce porque los españoles a los que el PNV mira por encima del hombro deciden que es el momento de organizar un estado más solidario.

P. Su intención de promover una consulta para separar a Álava de Euskadi es un respaldo al derecho de autodeterminación de los alaveses que tanto critica UA cuando lo enarbolan los nacionalistas vascos.

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R. No. El derecho de autodeterminación permite organizarse como pueblo y como nación y otra cosa es el derecho de autoafirmación. Creemos que la soberanía foral es para la autoafirmación, para decir dónde y cómo queremos estar pero dentro de algo que no se discute: que España es una nación. Dentro de España hay peculiaridades, formas de vivir diferentes que enriquecen la pluralidad de la nación. Por eso hay una manera de autoafirmarse: ser español desde la autonomía, desde la capacidad para tomar decisiones y organizarse.

P. ¿Cree que en la coyuntura actual hay hueco para esa reivindicación?

R. Siempre hay hueco porque las leyes no son eternas y deben adaptarse a las necesidades de los ciudadanos y porque la libertad no debe tener fronteras.

P. Su lema de Álava como Navarra, ¿no implica una falta de proyecto? ¿Por qué no Álava como Álava?

R. Álava como Álava podría ser si Álava fuera ya una comunidad. Desgraciadamente Álava cedió su autonomía a otra comunidad, que es Euskadi. El proyecto de UA es claro. Queremos que los alaveses vuelvan a tener su autonomía desde la soberanía foral.

P. UA endurece su mensaje contra el nacionalismo en las campañas electorales, pero a la vez es capaz de gobernar junto al PNV en el Ayuntamiento de Vitoria, la ciudad más importante de Álava.

R. Nosotros nacimos porque los alaveses se sentían estafados. El Gobierno vasco nos esquilma el dinero, nos cambia la cultura, trata de imponernos el euskera y para rematar la faena nos dice que los alaveses no somos españoles. Ha llegado la hora de plantear la gran cuestión: la separación de Álava de Euskadi. UA no tiene más que un pequeño acuerdo en un Ayuntamiento que no nos impide decir lo que decimos. Además, el acuerdo es con el alcalde José Ángel Cuerda y no con el PNV. Cuando el nacionalismo se acerca a nosotros sacamos las púas.

P. En su momento, UA intentó articular una vía regionalista sin éxito. Ahora el Partido Nacionalista Vasco ha sido capaz de reunir a los partidos regionalistas más importantes de España para convencerles de la bondad de sus gestiones en el proceso de paz de Euskadi.

R. Alguien del Partido Popular debería hacer autocrítica seria sobre lo que está pasando entre las relaciones de los populares con los partidos regionalistas, que siempre se han sentido españoles, y ahora se han ido con Pujol y Arzalluz. Los regionalistas han preferido embarcarse en la aventura del estado plurinacional antes que contribuir al estado nacional solidario. Hay una falta de liderazgo en los dirigentes regionales del PP, mucha prepotencia desde que ganaron las elecciones y más entusiasmo en querer destruir a los regionalistas que en frenar a los nacionalistas. Aznar tiene que disolver el Parlamento español, rechazar la alianza con los nacionalistas y convocar elecciones generales ya. Que sean todos los españoles los que decidan el modelo de país en el que quieren vivir.

P. Tras la tregua de ETA, ¿cree en un proceso de reconstrucción de la sociedad vasca ajeno al rencor?

R. Creo en la generosidad y me gustaría que se olvidara el rencor. Pero la paz no puede ser un chantaje de un sector a otro. La paz tiene que surgir del diálogo y de la igualdad de oportunidades entre los ciudadanos. Habrá que preguntar a los ciudadanos, y no a los partidos, lo que piensan cuando llegue el momento . Lo que tengo claro es que los nacionalistas nunca plantearán un referéndum de autodeterminación porque tienen mucho miedo a la democracia en estado puro. Además, ellos mismos saben que lo tienen perdido.

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