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San Telmo

DE PASADAPongamos una serie de sabios modernos. Bill Gates, Hans Magnus Enszenberger, Bernard Henry-Levy, Félix de Azúa. Ninguno de ellos sería capaz de organizar la que le ha caído encima a Carlos Telmo, jefe de prensa de la boda del año. Porque para organizar un evento de estas características hay que tener una serie de conocimientos que se le escapan a tan célebres cerebros: protocolo, floristería, historia religiosa, tauromaquia, gastronomía, diseño, música sacra, peluquería, hostelería, fotografía. De todo eso y de mucho más le preguntaron ayer a Carlos Telmo, empujado por el Jaguar del destino -y de su amistad como rondeño con Carmina Ordóñez- a estas lides casi medievales de discernir entre los invitados que accederán por la puerta de San Miguel y los que lo harán por la del babtisterio, de hacer encaje de bolillos para distinguir entre boda pública y boda institucional, de insinuar que el pensamiento único hermana a patricios y plebeyos: "La novia no es la heredera del ducado de Alba y se casa con un torero". Carlos Telmo vio nacer a Francisco Rivera Ordóñez. Ya estaba por allí el padre Carrillo, que lo bautizó y celebrará la ceremonia de su boda. Paradojas de la vida. Telmo ha ejercido de jefe de prensa de Isla Mágica y en ese cometido trataba de que cuantos más periodistas mejor se acercaran a la metrópolis de la Anaconda y el tren del Potosí. Ahora tratará con la misma sonrisa de que no entre ni uno solo en los dos escenarios de lo prohibido: la catedral y el cortijo de Pizana, un regalo que la duquesa de Alba le hizo a su hija con ocasión de sus esponsorios. No le iba a regalar un Scalextric. Sólo con lo que la prensa del corazón ha escrito de los padrinos, Cayetano Martínez de Irujo y Carmina Ordóñez, tendría Tolstoi para diez nuevas entregas de Guerra y paz. La parte contratante de la primera parte se llama Mar Flores, otro codiciado botín de los cazadores de rostros pálidos sobre cuyo atuendo se barajan cifras que ponen en barrena el título octavo de la Constitución. Como en las sevillanas corraleras, la musa efímera de Bardem va a llevarlo todo de pedrería. Todo lo sabe Carlos Telmo: el novio saldrá del hotel Colón y la novia del palacio de Dueñas. Su infancia son recuerdos de un cheque con fondos. Pero en esta ciencia del bodorrio también hay que saber guardar secretos: el menú, el traje de la novia, la lista de invitados. El listín de los 1.300. La inmensa minoría (JRJ).

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