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Los "Julis" de la hípica

En este cole las cosas marchan al revés. Los niños y niñas, entre 8 y 12 años, dan saltos de alegría cada vez que obtienen un cero. Es el equivalente a la matrícula de honor, señal de que no han cometido ningún fallo. El aula tiene el techo azul y el suelo verde, las clases las dan montados a caballo. Son los Julis del caballo, la savia nueva que refrescará la hípica del siglo XXI. Enrique Gómez Gómez, 11 años, no habría descubierto las sensaciones placenteras de montar a caballo de no ser por las mujeres de su familia. Su abuela Clementina era una consumada amazona. Su madre le regaló el caballo Dimitrov con el que ayer compitió en el XIX campeonato de Andalucía de Saltos en Pineda, un poney que monta habitualmente su hermana Ana Gloria. Enrique nació en Córdoba, su padre es urólogo y tiene claro su futuro. "Me gustaría seguir con los caballos y ser notario o veterinario" El triunfo final lo obtuvo José Tortosa Rodríguez de Torres, el primo de Zumosol de José Manuel de Jove Rodríguez de Torres, 11 años, natural de Écija. El campeón montó a una yegua de 21 años, la decana de la prueba. La hípica es una mezcla de gimnasia, agricultura y genética. El caballo con el que participó José Manuel es de la ganadería de su abuelo materno. "El paterno", dice su padre, "era ingeniero de caminos, un hombre de ciudad que sabía mucho de obras hidráulicas". El joven jinete disfruta conla compañía de los animales, sale de cacería con los galgos y en su casa recuerdan el caso extraordinario de su bisabuelo, un abogado sin bufete que estuvo montando en el campo con 95 años cumplidos. ¿Sabe el caballo que eres un niño? "Los caballos lo saben todo". El caballo de Andrés Afán de Ribera, 12 años, otro cordobés en danza, tenía que averiguarlo. Se lo dejaron a última hora porque el suyo se indispuso en la víspera. De mayor también quiere ser veterinario. Su película preferida es El corcel negro. El padre de este jinete es economista "pero en mi casa se habla más de caballos que de economía". Ricardo del Campo, 12 años, conoce la Mezquita y los manjares de El Caballo Rojo, el restaurante de la ciudad califal que tuvo en su nómina de clientes a Boris Yeltsin. La caída más espectacular de la mañana la protagonizó Pelayo Maestre, el benjamín de los alevines. Tiene 9 años y entrará con 10 en el año 2000. "Me caí en el último obstáculo, pero he hecho cero porque la caída fue después del cronómetro". Nació en Gijón, pero su padre doma potros en el hipódromo de Pineda. Le gusta la fabada, su paladar se hipnotizó alguna vez con la sidra y de mayor quiere seguir la senda paterna: domador de potros. La caída arrugó su chaqueta y lo erigió en héroe del hipódromo. Pelayo se convirtió en don Pelayo. No sabe quién era Clarín, pero conoce de sobra a Luis Astolfi. José Tortosa se rodeó en el podio de dos amazonas, Nathalie von Richtoffen y Lourdes Antón. Nathalie, hija de un anticuario originario de Florida, cambió de profesor tantas veces como cambió de ciudad. Alemana de cuna, nació en Wiesbaden, conoció sucesivas mudanzas a Hamburgo y Munich y desde hace tres años reside con su familia en Marbella. "A Alemania voy de vacaciones y basta". Salió de su país democristiana y volverá en verano socialdemócrata. Habla cuatro idiomas, sabe que Jesús Gil y Gil es el alcalde de su ciudad, pero no ha oído hablar en la vida del caballo Imperioso. Von Richtoffen consiguió el segundo puesto montando a Asterix. Con Obelix lo habría tenido muy complicado en los obstáculos.

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