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Reportaje:

Picasso en Las Vegas

Un empresario inaugura un casino con una formidable colección de arte moderno valorada en 45.000 millones

El cartel, en pleno Strip, la arteria de los hoteles y casinos de Las Vegas, proclama: "Próximas actuaciones de Van Gogh, Monet, Renoir y Cézanne. Artistas invitados: Pablo Picasso y Henry Matisse".No, amigos, no es una alucinación provocada por la combinación de los calores del desierto de Nevada, las luces de neón, la infernal musiquilla de las tragaperras, el excesivo trasegar de whisky y el contoneo de las showgirls. No, el cartel está ahí, y hasta un Hunter Thompson ciego de drogas en plena escritura de su Miedo y asco en Las Vegas podría verlo. ¿Será entonces una nueva aportación a la falsedad hortera de la capital mundial del juego, algo semejante a esos tinglados que recrean el Egipto faraónico, la Roma imperial, el Caribe de los piratas, el París de la Belle Époque o el Manhattan de los rascacielos? Pues tampoco.

Lo que el cartel anuncia es que en el interior del hotel y casino Bellagio hay cuadros de los artistas anunciados y de muchos más. ¡Cuadros de verdad, no reproducciones! Y precisa que el Bellagio abrirá sus puertas el 15 de octubre. No puede ser verdad, pero lo es. Hasta el punto de que, rendida de admiración, la revista Vanity Fair escribe en su última edición: "Éste es el hotel que Dios haría si tuviera dinero". ¿Tendrá Dios los 1.600 millones de dólares ( unos 240.000 millones de pesetas) que ha costado el Bellagio (incluyendo los 45.000 millones de pesetas en obras de arte)? A falta de que los teólogos respondan, lo que sabemos es que el estadounidense Steve Wynn, de 56 años, amigo de Rupert Murdoch, George Bush, Katharine Graham o el fallecido Frank Sinatra, sí los tiene. Wynn, propietario de otros tres establecimientos en Las Vegas, ya estaba considerado la figura más importante del negocio de hoteles y casinos tras Donald Trump. Ahora quiere ganarse una plaza semejante a la de César Ritz en la historia de la hostelería mundial. Decorando cafeterías, restaurantes y salas de juego, el Bellagio cuenta con un fabuloso museo de arte de los siglos XIX y XX. Son lienzos de Degas, Renoir, Cézanne, Van Gogh, Gauguin, Matisse, Modigliani y Miró (El diálogo de los insectos, 1924-1925), y de artistas del expresionismo abstracto y el pop estadounidense como Jackson Pollock, De Kooning, Rauschenberg, Warhol (Orange Marilyn, 1962) y Lichtenstein. Y esculturas de Brancusi y Giacometti. Y, como guinda, Picasso. Wynn no se pierde ninguna subasta donde haya una obra del artista: se ha hecho con una pequeña colección de 12 cuadros y medio centenar de cerámicas. Todo está expuesto en el hotel, empezando por la pieza que más le gusta: un retrato de Dora Maar realizado en 1942, durante la ocupación nazi de París. En el proceso de compra, Wynn se hizo amigo de Claude Picasso, hijo del pintor y Françoise Gillot, y le encargó el diseño de los muebles y tapices del restaurante Picasso del Bellagio. En los muros de éste, con vistas a una reproducción del lago Como, cuelgan las obras del autor del Guernica. El hotel tiene 3.025 habitaciones, 9 villas para VIP, un auditorio de 1.800 plazas y una zona comercial similar a la Galleria de Milán, con firmas como Tiffany, Chanel o Armani. Y un casino descomunal. Pero Wynn dice que lo importante no es eso, sino el arte. ¿En Las Vegas?

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