Un joven es detenido por robar cupones de la ONCE y venderlos por su cuenta
Los agentes del Grupo de Delincuencia Urbana de la policía han arrestado a José Manuel A. R., de 24 años, acusado siete robos de cupones de la ONCE que después vendía haciéndose pasar por disminuido. José Manuel A. R. tiene fijación por la ONCE y es un viejo conocido de la policía, que ya le ha detenido en anteriores ocasiones por robos similares. Precisamente porque era conocido de los agentes, últimamente había cambiado su campo de actuación, que ya no era Barcelona, y se había ido a trabajar ciudades de los alrededores. En estas poblaciones utilizaba dos tácticas. Provisto de una llave maestra como la que tienen los limpiadores de los quioscos de la ONCE, se colaba en estas instalaciones y, haciendo ver que la llave era una navaja, amenazaba directamente a los invidentes y les robaba los cupones. Otras veces acechaba y cuando los vendedores salían de su quiosco por necesidades fisiológicas, siempre con la llave, entraba en ellos y arramblaba con los cupones. Con su botín y con su inseparable llave maestra. José Manuel A. R., ni corto ni perezoso, esperaba a que algún vendedor del cupón situado en en centro de Barcelona, por los alrededores de la plaza de Urquinaona, acabara su jornada pronto y cerrara el quiosco. Cuando esto sucedía, el joven abría el chiringuito con su llave y, con todo descaro, se ponía a vender los cupones robados. Por otra parte, policías del mismo grupo han desentrañado unos singulares robos que siempre tenían el mismo tipo de víctima -una mujer que iba o venía de la compra diaria- y en los que siempre se sustraía la misma cantidad -5.000 pesetas-. Fabián N. M., de 25 años, se había especializado en esta curiosa forma de robo forzado por su ludopatía, ya que el producto de sus robos iba a parar acto seguido a las máquinas tragaperras. Nunca quería más de 5.000 pesetas. Si su víctima no las llevaba, se quedaba con lo que tuviera, pero si había más dinero se lo dejaba en el monedero. Actuaba preferentemente en Horta y el Eixample de Barcelona, y en una semana podía cometer entre seis y ocho robos de este tipo.
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