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GENTE

VUELVE EL BILTMORE

El 31 de diciembre de 1958 se celebró en el Havana Biltmore Yach and Country Club la última gran fiesta de fin de año para socios. Hubo langosta, vino y una orquestina toco a pie de playa, y al amanecer algunos de los asistentes a aquella celebración de nochevieja salieron directamente del club hacia el aeropuerto siguiendo el ejemplo de Fulgencio Batista. Otros millonarios de vista larga se embarcaron aún embriagados en los yates que tenían bien arranchados en los muelles, mientras llegaba a La Habana la noticia de que los barbudos de Fidel Castro se acercaban a la capital. Era el fin de una época para Cuba y para el Biltmore. Construido en 1928 para esparcimiento de norteamericanos ricos y de la clase adinerada cubana, el Biltmore llegó a ser uno de los más lujosos y mejores dotados de La Habana, con campo de golf, club naútico, playa privada y centro hípico. En 1958 el número de socios superaba los 1.500, y del club eran miembros familias de apellido ilustre, como los Arellano, los Gonzalez de Mendoza o los Menocal. Poco después del triunfo guerrillero, el Biltmore y los otros cuatro grandes clubes de la burguesía cubana que formaban el big five -el Havana Yacht Club, el Miramar Yacht Club, el Vedado Tenis y el Club de Profesionales- fueron nacionalizados. El gobierno revolucionario también expropió enseguida el Country Club y el club social del Casino Español, entre otros símbolos dorados de la jet habanera. La mayoría de estas instalaciones fueron convertidas por decreto en círculos sociales obreros, si bién el Country paso a ser la Escuela Nacional de Arte. El Biltmore corrió peor suerte, y sus 65 hectareas de terreno fueron repartidas: donde antes remaban y competían pichones de banqueros y senadores, se transformó en un instituto deportivo para atletas del pueblo; la dársena del club naútico -donada por Batista, lo que le sirvió para entrar como miembro del Biltmore, tras ser rechazado en el Country por su condición de mulato y a pesar de la de dictador- se entregó a la marina de guerra... El descuartizado santuario de la burguesía criolla se mantuvo así durante los 30 años que duró la hermandad socialista. Sin embargo, al desaparecer ésta en los noventa y aparecer el turismo y la inversión extranjera como nuevas tablas de salvamento revolucionario, todo quedó trastocado; y de la mezcla de socialismo y realismo a desgana, el Biltmore resurgió como símbolo de la nueva Cuba, una Cuba llena de contradicciones. Es así que 40 años después de su cierre revolucionario, el Havana Biltmore Yacht and Country Club reabrirá proximamente sus puertas de nuevo como club privado en una de las zonas nobles de la capital cubana. El club, rebautizado como Club Habana, esta siendo rehabilitado por una empresa que depende directamente del Consejo de Estado, máximo órgano de poder en Cuba, y será explotado comercialmente por el grupo Sol-Melia. En esencia, el perfil del nuevo club será similar al del antiguo Biltmore: los socios pagarán una cuota anual de 200.000 pesetas y como contrapartida tendrán a su disposición campo de golf, playa, piscinas, guardería infantil, un club naútico con capacidad de amarre para decenas de yates, restaurantes, canchas de tenis, un centro de negocios, así como tiendas con impuestos reducidos, entre otras facilidades. Como en el antiguo Biltmore, podrán ser socios del Club Habana diplomáticos, empresarios, residentes extranjeros... Sin embargo, ahora los cubanos sólo podrán entrar al club si son invitados por un socio extranjero -previo pago de 10 dolares- o si pertenezcan a una empresa que abone por ellos su cuota de inscripción. Ningún ciudadano cubano que resida en la isla, aunque posea dinero suficiente -como algunos conocidos artistas- podrán ser miembros del club a título individual. La inauguración oficial está prevista para inicios de año, y probablemente el día de nochevieja se hará una gran fiesta y una orquestina amenizará el baile.-

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