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Estado de asedio en Chiapas

En la zona confluyen desgracias climatológicas, despliegue militar y choques civiles y políticos

Juan Jesús Aznárez

Una de las riadas que arruinaron un tercio de Chiapas nació en serranías de lomas peladas por las sierras y machetes de los sembradores de maíz, tumbó las chozas y viviendas encontradas a su paso y sepultó totalmente la población de Valdivia. Más de 16.000 casas fueron abatidas hace un mes por la violencia de un desastre natural que arrasó 20.856 kilómetros cuadrados (algo menos que la Comunidad Valenciana), mató a cerca de trescientas personas y sumió en la desesperanza a miles de empobrecidos campesinos del Estado sureño, un territorio bajo asedio climatológico, militar, guerrillero y político.En su límite más al Norte -los Altos y la selva Lacandona-, mantiene sus reales el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); en la línea costera y Sierra Madre, los derrumbamientos y avalanchas causados por las crecidas de los ríos aislaron a 700.000 vecinos. Y las elecciones del pasado domingo para constituir el Parlamento local y 103 alcaldías, en lugar de fomentar la concordia de una sociedad civil peligrosamente dividida, llevan camino de frenarla, pues la oposición del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de centro-izquierda, pidió la anulación de los comicios argumentando que el oficial Partido Revolucionario Institucional (PRI) traficó con el voto y no existe quórum para inaugurar el nuevo Congreso.

El secretario (ministro) de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), Esteban Moctezuma Barragán, tenido como el favorito del presidente Ernesto Zedillo en la terna de candidatos del PRI a las elecciones generales del año 2000, asegura que el único tráfico autorizado son las ayudas destinadas a paliar las necesidades de los miles y miles de chiapanecos mortificados por la desmesura de las precipitaciones pluviales.

El Gobierno pretende que bajen de los caseríos más alejados a fin de agruparlos definitivamente junto a las cabeceras municipales, en nuevos centros urbanos con carácter permanente y dotados de los servicios de abasto, salud, vivienda y comunicación, inexistentes en miles de diminutas aldeas colgadas de cañadas, cerros y márgenes fluviales. "Tuvimos que llegar hasta ellos a través de un puente aéreo con 75 helicópteros y 15 aviones que volaron una media de nueve horas al día, cuatro más de las que aconseja el manual de instrucciones de las naves", informó Moctezuma en una reunión con corresponsales extranjeros.

La aparición de fenómenos de rapiña fue inevitable durante las catástrofes. En Chiapas, habitado por 3,5 millones de personas, en su mayoría indígenas, también irrumpió la especulación. Propietarios de tierras pretendidas por el Gobierno para acomodar a los campesinos piden por ellas cantidades excesivas. La tierra, en Chiapas, es un bien preciado y mal repartido. Aproximadamente 6.000 familias ganaderas ostentan más de tres millones de hectáreas.

Por si estas adversidades no fueran suficientes, el 30% de sus 111 municipios convive con algún grupo armado, según la ONG Alianza Cívica. Uno fue brutalmente mortífero en el poblado de Acteal y contó con complicidades oficiales, según la investigación de la Procuraduría General de la República. Durante las últimas Navidades una partida de asesinos acabó con la vida de 45 indígenas prozapatistas.

La guerrilla liderada por el subcomandante Marcos acusó al PRI de beneficiarse políticamente con la distribución de las ayudas. Moctezuma niega que haya existido lucro electoral con la desgracia ajena. "Hemos tomado medidas para evitar que se politice el reparto", afirmó.

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La recuperación de Chiapas ofrece a Esteban Moctezuma una oportunidad de subir en el escalafón de los presidenciables

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