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Meses de audiencias como Nixon

No fue un comentario o una encuesta. Fue una decisión jurídica y política adoptada por los representantes que el pueblo de Estados Unidos eligió democráticamente hace dos años. En nombre del pueblo, la mayoría de los miembros de la Cámara de Representantes votó ayer a favor de que Bill Clinton se convierta en el tercer presidente estadounidense sometido a una instrucción parlamentaria que puede culminar con su destitución.El pleno votó una resolución que "encarga al comité de Asuntos Judiciales de investigar a fondo y por completo si existen bases suficientes para que la Cámara de Representantes ejerza su derecho constitucional a procesar para su destitución (impeachment) a William Jefferson Clinton, presidente de Estados Unidos de América". Tras las elecciones legislativas del 3 de noviembre, el comité comenzará con las audiencias públicas como las que hace cinco lustros se celebraron las del caso Watergate.

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La resolución aprobada, idéntica a la de Watergate, autoriza al comité a citar e interrogar bajo juramento a todo tipo de testigos y a solicitar pruebas materiales "sin limitaciones". La dirección de la instrucción "la ejercerán conjuntamente" su presidente, el republicano Henry Hyde, y el líder de la minoría, el demócrata John Conyers.

Como ocurrió en la instrucción parlamentaria de Watergate, en la que Nixon sufrió un repaso general de su conducta, el comité podrá estudiar otros casos de presuntos abusos de poder cometidos por Clinton: Whitewater, el uso de las fichas del FBI (Filegate), financiación de la campaña electoral. Al término de la instrucción -que duró siete meses en el caso Watergate-, el comité tendrá que decidir dos asuntos: si las acusaciones contra Clinton están fundadas y si entran dentro del campo de los "serios crímenes y fechorías" que permiten que el presidente sea depuesto.

"Serios crímenes"

Los padres de la Constitución estadounidense tomaron en 1787 esa fórmula de "serios crímenes y fechorías" del derecho medieval inglés, y de ahí su arcaísmo lingüístico. La fórmula es abstracta por voluntad de los padres de la Constitución, que, como señaló a comienzos de los años setenta el entonces congresista Gerald Ford, quisieron que fuera la mayoría del Congreso la que decidiera en cada momento y en función del espíritu de los tiempos qué hechos son susceptibles de provocar la caída del presidente. Esos hechos no necesariamente tienen que ser delitos. El primer artículo de impeachment de Nixon le acusaba de "hacer declaraciones públicas falsas o mentirosas con el propósito de engañar al pueblo de Estados Unidos".

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