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X BIENAL DE ARTE FLAMENCO

Duendes sin duende

Hay, entran y salen en escena, tres duendes que viven en el interior de una guitarra en que se desarrollan los acontecimientos; tres personajes que se quiere convertir en hilo conductor de lo que acontece. Duendes sin duende, porque todo es demasiado artificioso para que la sutil magia del duende flamenco encuentre un solo resquicio por donde hacer acto de presencia. Artificioso y grandilocuente. El recurso a los sueños permite muchas cosas, pero no todo es legítimo. Obra muy en sintonía con la personalidad artística de José Joaquín, autor de la idea, de la dirección, de la coreografía y de otras cosas varias, además de bailaor con mucha presencia en escena. Es artista ambicioso, que apunta siempre alto, aunque luego tenga sus problemas para resolver satisfactoriamente lo que ha imaginado con antelación. Mezcla los géneros, la danza contemporánea con el flamenco, si bien este es un pecado que hoy cometen casi todos. Se pierde a veces en pequeñeces que no tienen la menor trascendencia y en cambio aspectos realmente importantes los deja ir sin un convincente tratamiento. Es indudable que José Joaquín ha trabajado mucho esta titulada fantasía onírica, que la ha mimado y acariciado como hija predilecta, que seguramente lo es. Y es verdad que gustó a buena parte del público, a juzgar por los aplausos que le tributaron, en pie, al término de la función y en algún momento particularmente espectacular del desarrollo de la misma. José Joaquín es bailaor con planta y sabe llegar con eficacia a audiencias no demasiado exigentes. Es también bailaor proclive a efectismos que siempre encuentran en la sala respuesta tumultuosa. Pero evidentemente José Joaquín no es bailaor de los que quitan la respiración. Corto de recursos, aunque aparatoso en expresión, su presencia casi permanente en la escena de Sansueña le da muchas oportunidades para mostrar su arte, pero también sus carencias. Salta a la vista, sobre todo, su abuso repetitivo en pasos, giros, actitudes. El juego de brazos es una y otra vez el mismo. Tampoco el resto de bailaores le ayuda demasiado. Candela hace un único baile en solitario, desmayada y sin nervio; el grupo no está más afortunado. Se salva la música de Niño de Pura, siempre con una técnica interpretativa formidable, aunque en algunos pasajes excesivamente servil al baile. Se invierten los términos: no se crea el baile sobre una música ya existente, sino que se hace la música a la medida de las necesidades del baile, o del bailaor. Y esto en cierto modo va contra natura, aunque reconozco que no siempre es posible eludir soluciones de compromiso que faciliten el logro coreográfico. Me temo que José Joaquín ha perdido una gran ocasión de firmar una obra importante.

Sansueña (Fantasía onírica para baile) Baile: José Joaquín, Candela y Grupo

Música: Niño de Pura. Cante: Arcángel, Segundo Falcón, Patricia Vela. Teatro Lope de Vega, 27 de setiembre

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